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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

SOBRE EL ENCANTO.

El encanto es un arma secreta, una forma suprema de seducción contra la cual pocas defensas prevalecen. Si lo poseemos, no necesitamos dinero, ni belleza, ni linaje. Es un don dado para ser dado; algo que cuanto más se prodiga más se tiene. Es también una conducta que rodea a su poseedor de un clima perfecto bajo el termómetro del tacto y del buen gusto...

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El encanto también es un aura, un perfume invisible que flota en el ambiente; si es visto, el hechizo se desvanece. El encanto es dinámico, incapaz de rendirse al albedrío del hombre...

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En cuanto a los elementos del encanto, no existe fórmula fija; son muchos los los que lo integran; mas, sin embargo, su mágico efecto debe ser total y absoluto: no es posible estar "casi" o "parcialmente" hechizado...

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En la mujer, el encanto es, probablemente, más completo que en el hombre y requiere una gran variedad de sutilezas, cierta luz en el semblante, la peculiar efusión de una bienvenida, el continuado aire de satisfacción al hallarse en compañía de amigos o amigas, el callado pesar ante una despedida...

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Para una mujer con encanto ningún hombre resulta aburrido; en su presencia el varón se transforma no sólo en un ser distinto, sino en la clase de hombre que siempre anheló ser, porque ella da vida a sus ilusiones más hondas al agregar la necesaria fuerza de convicción a esa vieja sospecha de que "él es el rey"...

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De las mujeres fascinantes según dicen los expertos, se suele recordar especialmente sus voz y sus ojos. Dicen, también algunos, que aquélla es íntima, acariciadora, y éstos anhelantes, interesados sólo y exclusivamente por el mundo que les rodeaba, acaparándoles con toda su atención, como si cada una de las palabras "observador" fuese la más preciosa de las confesiones. El encantode estas mujeres, dicen ellos, pervive, aunque nadie lo observe, como una flor que crece en el desierto...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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El encanto envuelve a la mujer en un halo de felicidad que no sólo cautiva al hombre, sino que le reafirma en su masculinidad, dándole, al mismo tiempo, una nueva vitalidad. Es también ese aire maternal, tranquilizador, que produce su mera presencia y que es capaz de disipar en un instante la depresión o la ira del hombre y devolverle la confianza en sí mismo...