En nuestra cultura, desde hace siglos el tiempo se equipara únicamente a lo que indica una esfera mecánica, y posiblemente con esto se haya contribuido a que desconozcamos el tiempo interior.
Los relojes interiores guían a todos los seres vivos; esto lo descubrió, observando sus mimosas, el astrónomo francés Jean Jacques de Mairan en el siglo XVIII. Vió que las plantas situadas en el antepecho se estiraban a la misma hora hacia el sol.
Se puede llegar a pensar que era por el efecto de la luz, pero cuando las colocó en una cámara oscura vió que imperturbables, las hojas se extendían por las mañanas y se enrollaban por la noche.
Se puede llegar a pensar que era por el efecto de la luz, pero cuando las colocó en una cámara oscura vió que imperturbables, las hojas se extendían por las mañanas y se enrollaban por la noche.
Hasta el año 1729 no informó sobre sobre su experimento en las vistas de la Academia de las Ciencias de París. En su publicación decía lo siguiente: "La actividad de las plantas está relacionada con ese sentido preciso que permite a los enfermos que tienen que guardar cama percibir la diferencia entre el día y la noche". Se ha de tener en cuenta que en aquella época, la mayoría de los hospitales eran oscuros.