Los
relojes interiores guían a todos los seres vivos; esto lo descubrió, observando sus mimosas, el astrónomo francés Jean Jacques de Mairan en el siglo XVIII. Vió que las plantas situadas en el antepecho se estiraban a la misma hora hacia el sol.
Se puede llegar a pensar que era por el efecto de la luz, pero cuando las colocó en una cámara oscura vió que imperturbables, las hojas se extendían por las mañanas y se enrollaban por la
noche.