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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Esa vez, Riqui ni los miró ni nada. Caminaba con las...

Esa vez, Riqui ni los miró ni nada. Caminaba con las manos en los bolsillos y la cabeza baja, ¿en qué pensaría?
-Tengo miedo -dijo de golpe.
Le pregunté de qué, pero él, Riqui, no me contestó. Sonrió un poquito triste sin dejar de caminar y se fue.
Ahora, pienso que si en lugar de quedarme callada la boca, hubiera hablado, tal vez, no andarían todos así como andan, desesperados y yo no tendría que callarme lo que sé. Después, pasó un tiempo largo y no nos vimos. Hasta que una mañana, me lo encontré en la panadería. Casi no lo reconocí. Tenía los ojos hundidos, la ropa le bailaba de grande.
- ¿Estás enfermo? -le dije cuando salimos.
Él, Riqui, se puso mal, le empezó a temblar la boca y se tapó la cara con las manos. Esa vez, sí que me olvidé del enojo y seguí a su lado hasta que se tranquilizó.
-Me persigue un fantasma -dijo, y yo le solté la carcajada en la cara. Estaba segura de que me había tomado por idiota.
-Me persigue un fantasma, te digo -repitió.
Como insistía, le pedí que me acompañara a casa y que me contara. Él, Riqui, empezó a hablar.
-En cuanto me quedo solo, aparece. ¿Sabés qué horrible?
Ahora, no me acuerdo de todo lo que me contó, pero fueron cosas raras, muy raras. Entre otras cosas, dijo que veía unos pies calzados con zapatos negros que flotaban en el aire y que oía una voz que lo llamaba y le avisaba que se lo iba a llevar.