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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Una tarde, la anciana amiga de Lucero de la Noche se...

Una tarde, la anciana amiga de Lucero de la Noche se enfermó y envió a su hija menor a la casa del nuevo aldeano, como le decían, porque nadie sabía su nombre. La muchacha le llevó una canasta de vegetales y un frasco de miel. Cuando llegó, Lucero de la noche estaba regando las flores del pequeño jardín.

—Disculpe señor, espero no interrumpir. —dijo.
— No tenga cuidado, sólo estoy regando las flores.
— dijo.

Cuando el joven emperador miró a la enviada, quedó prendado de su belleza, pero conservando la distancia y el pudor, no hizo más que inclinarse ante ella y recibir la preciada canasta.

—Mi madre no pudo venir, está un poco enferma, pero vendrá mañana como de costumbre. —agregó la joven.
— Quiero acompañarla y ver a su señora madre, tal vez yo pueda hacer algo por ella. —advirtió Lucero de la noche.
— Está bien. Vamos.

Y se fueron caminando los dos, esta vez el gobernante seguía los pasos de la aldeana, rumbo a su casa. Caminaron varios minutos, mientras descubrían a cada paso el agua helada y los juegos de los niños y los pequeños animales del bosque.

Sabemos que nuestro emperador gozaba de una vida llena de privilegios y bienaventuranzas y aunque en el reino entero se hablaba de su ausencia, la historia no alcanzaba aquella aldea lejana. Muchos pensaban que había sido devorado por la noche y sus peligros.

Había que ver la cara de este hombre, para comprender la felicidad que alcanzaba al lado de las aves, la lluvia refrescante, el olor del pino, la compañía de los niños y los demás aldeanos.

Aquella vez Lucero de la Noche llegó a la casa de la anciana y estuvo con ella un largo rato. Le proporcionó algunas plantas curativas e impuso sus manos en el vientre de la enferma, hasta aliviar su dolor.