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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: MI CASA ESTÁ LOCA...

MI CASA ESTÁ LOCA
Raquel M. Barthe

Todo comenzó en la cocina, aquella tarde cuando regresé de la escuela: la heladera estaba abierta y gran parte de los alimentos desparramados por el piso.
En la casa no había nadie más que yo y mi perro. Sabía, por lo tanto, que eso me convertía en el principal sospechoso y que mamá me culparía del desastre. Pronto llegaría del trabajo y tenía que apurarme a poner todo en orden.
Volví a acomodar la comida en la heladera y empecé a limpiar las gotas de leche que ensuciaban la cerámica importada, orgullo de mi madre. Me sorprendí al no encontrar el envase y que el rastro se perdiese al llegar al comedor. En parte me alegré porque, si mamá se enorgullecía del brillo de la cerámica del piso de la cocina, ¡ni hablar de la alfombra persa del comedor! Allí me esperaba una nueva calamidad: el plato de porcelana de la abuela, hecho