Félix había tenido una pila de fracasos amorosos. No obstante, cada vez que se empataba con él, le daba una pila de consejos respecto a cómo triunfar con las mujeres.
Según su tío y un tal Arsenio Rodríguez después que uno vive veinte desengaños, qué importa uno más, y entonces cantaba sin comprender que Enriquito no sabía de fracasos ni de mujeres ni de boleros. Lo de él eran las niña. En particular, una muchachita de sexto grado del aula de su hermano que tenía por sonrisa un arco iris.
Evelyn le sacaba media cabeza y era la hermana de Tony, su mejor amigo. Bonita y tratable, vivía a dos cuadras de su casa y tenía tipo de angelito con tetitas. Por eso, al acostarse, él la transformaba en su almohada y la abrazaba y la besaba. Mucho. Siempre. Despierto y en sueños.
Cuando una tarde la vio del brazo de Andresito, se cayó por un barranco y la realidad le hirió el pecho. Esa noche la luna entró en sus ojos y gimió con él.
No lo comentó con nadie. Ni siquiera con Tony. No iba a comprenderlo. Aún era muy niño, aunque tenían la misma edad.
Según su tío y un tal Arsenio Rodríguez después que uno vive veinte desengaños, qué importa uno más, y entonces cantaba sin comprender que Enriquito no sabía de fracasos ni de mujeres ni de boleros. Lo de él eran las niña. En particular, una muchachita de sexto grado del aula de su hermano que tenía por sonrisa un arco iris.
Evelyn le sacaba media cabeza y era la hermana de Tony, su mejor amigo. Bonita y tratable, vivía a dos cuadras de su casa y tenía tipo de angelito con tetitas. Por eso, al acostarse, él la transformaba en su almohada y la abrazaba y la besaba. Mucho. Siempre. Despierto y en sueños.
Cuando una tarde la vio del brazo de Andresito, se cayó por un barranco y la realidad le hirió el pecho. Esa noche la luna entró en sus ojos y gimió con él.
No lo comentó con nadie. Ni siquiera con Tony. No iba a comprenderlo. Aún era muy niño, aunque tenían la misma edad.