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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ENRIQUITO...

ENRIQUITO

Cuento de Felipe Oliva Alicea

a E. P. D., lobo y amigo.
(para niños de mas de 10 años)

En cuanto la luna llena se posara en la mata de tamarindo, Enriquito saldría al patio, se quitaría el pijama y, muerto de risa, se convertiría en lobo.
¡Auuuuuuuuuuuuuu!, aulló bajito, y se relamió pensando en la cara que pondrían los del sexto cuando lo vieran así.
Les haría pasar tremendo susto. Seguro se hacían caca. Pero lo tenían bien merecido. Así no se burlarían más de él y de su ojo entretenido. Con la candela no se juega. Ni para hamburguesas iban a servir.
Él no tenía la culpa de ser como era. Si a los otros niños les gustaba la pelota o el fútbol, a él, no. No servía para eso, y cada vez que jugaba con ellos era una verdadera tortura, sobre todo para los de su equipo que le gritaban horrores, sin tener en cuenta que el bate y la bola eran de su propiedad.
Prefería leer. Eso le daba mucho placer. Y le encantaba soñar despierto. Sólo entonces el ojo se le ponía derecho.
Por eso, y no por su bizquera, era distinto a los demás. Y por eso, y para que se le enderezara la vista, tenía que usar espejuelos con esparadrapos en los cristales. Y por eso, y aunque fuera cruel, los del sexto le decían Lechucita.
Desafortunadamente, nadie le ponía un esparadrapo a su alegría para enderezarla. Al contrario. Cada vez se la viraban más, principalmente su hermano.