... Y el tiempo que te quede libre, si te es posible, dedícalo a mi...
La vida es una marioneta del tiempo en la medida en que cambia a cada instante, cambia el mundo interior y el exterior de forma que no somos los mismos dos instantes seguidos.
La prisa incesante resulta especialmente pérfida porque la presión temporal se alimenta de sí misma y rápidamente se pone en marcha un círculo vicioso: en cuanto aparece el temor de no poder cumplir a tiempo las obligaciones, las personas estresadas pierden la perspectiva creando así nuevos motivos de estrés.
La escasez de tiempo nos vuelve miopes ante el futuro; corremos tras los acontecimientos en lugar de planificarlos.
Los problemas que tenemos con el tiempo no se resuelven simplemente con sofisticados calendarios y listas de tareas, ya que éstos sólo incluyen el tiempo exterior de los relojes.
La sensación de "prisa" se origina en la conciencia y ésta se orienta según el tiempo anterior.
El tiempo exterior sólo es un diminuto fragmento de lo que experimentamos como el tiempo de nuestra vida. El segundero sólo conoce el presente. No abarca ni el pasado ni el futuro.
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