Después de la primera nevada grande de la temporada, un hombre examinó la acera de su casa que había ordenado limpiar a sus hijos. Se había abierto un paso angosto y torcido. Luego echó un vistazo a la del vecino, quien les había pagado para que también la limpiasen. Esta era una perfecta obra de limpieza. Al pedirles explicaciones a sus hijos, el de doce años contestó sin vacilar: -Papá, ésa es la diferencia que hay entre la dictadura y la libre empresa.