Desde el partido de anoche en el Camp Nou, un balón de fútbol ya no es un objeto esférico con un comportamiento aleatorio según las leyes de la física. Un balón ya no es algo que se desplaza por el aire sometido a elementos metereológicos y a golpeos de futbolistas en una u otra dirección. Desde anoche, el Barcelona ha demostrado que somete los movimientos de la pelota a su voluntad. La sensación al ver al juego combinativo azulgrana es que los jugadores no tocan el balón, sino que éste se mueve imantado de bota en bota, como orientado por control remoto.