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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Hola Rosa. Yo sí, yo sí me acuerdo de mis soguilletas,...

Amigas mías... ¡Hay qué ver, qué cosas tenía Quevedo!

"Siempre fui, señor licenciado, de opinión que a los hombres que se casan los habían de llevar a la iglesia con campanillas delante como a los ahorcados, pidiendo por el ánima del que sacan a ajusticiar y habiendo de llevar teatrinos que los animasen."

... Y esto otro, ¿qué os parece queridas mías?

"Mire lo que le digo, decimos todos, por óigame; pues no se parecen los ojos, y las orejas. Aqueste, por este; agora, por ahora: son infinitas las voces, que pudiendo escoger, usamos lo peor. ¿Hay cosa como ver a un graduado, con más barbas, que textos, decir enfurecido: Voto a Dios, que se lo dije de pe a pa? ¿Qué es pe a pa, licenciado? Y para enmendarlo, dice, que se está erre a erre todo el día. ¿Qué será, no dar a uno una sed de agua, que tan frecuente se oye en las quejas de los amigos, y de los criados? Y hacer bailar el agua delante, ¿es a propósito?"

Cuando teníamos la edad de llevar "soguilletas", apenas sabíamos quién era Quevedo, si no era por haberlo oído nombrar en algún chistecillo escatológico... ¿Os acordáis aquel que decía que yendo Quevedo en un tren se asomó a la ventana y le hizo un calvo a un señor puro y casto que estaba al lado de la vía...? ¿Qué no os acordáis? En cuanto nos veamos por el pueblo, recordadme que os refresque la memoria. Jajajajajjaaaaaaaaaa

UFFFFFFFFFF, DICES DE soguilletas, yo la verdad no he llevado nunca, ya que siempre he llevado el pelo corto (por los rizos) y así mi madre una cosa menos que hacer por las mañanas, luego al paso de los años (a los 10 ó 12) ya me empecé a poner los `pelos a mi gusto.

Y ahora con tanta tecnología, jajajja (los tintes, los cortes, las planchas, los rulos) jajjaa, ya ni te acuerdas de como eran tús pelos, jajajja.
Un saludo. rs

Hola Rosa. Yo sí, yo sí me acuerdo de mis soguilletas, y es que cuando me las cortaron (Enriqueta me las cortó) mi madre las guardó y una vez aquí en Barcelona, las llevé a una casa especializada y además de unir las dos en una, me la dejaron saneada y preparada para que no se me estropease; tanto es así, que aún la conservo envuelta tal como me la dieron, en un cajón del armario. Es casi seguro que con el tiempo se verá en el cubo de la basura, pero mientras yo pueda conservarla, la conservaré, y es que si a Sansón se le fueron las fuerzas cuando Dalila le cortó el cabello, a mí se me fue mi infancia cuando me cortaron las soguilletas. ¡Rarezas que tiene una!
Ahí va un beso, dirección Cuenca.