El nuevo intervencionismo regio
Alfonso XIII comenzó su reinado en mayo de 1902 al alcanzar su mayoría de edad. A diferencia de su madre, la reina regente María Cristina de Habsburgo, el nuevo monarca mostró desde el principio un interés por participar de manera activa en la política del país ejerciendo sus prerrogativas regias. Esto se tradujo en un intervencionismo constante en la vida política ordinaria, así como en las luchas internas de los partidos dinásticos. Las alternancias en el poder dejaron de ser producto de derrotas parlamentarias para depender de la voluntad del monarca, lo que permitió acuñar el término de «crisis orientales» (en alusión a la residencia del rey en el palacio de Oriente), como expresión metafórica de las crisis de gobierno. La intromisión del monarca provocó una crisis de liderazgo que fue uno de los grandes problemas del reinado.
Además, Alfonso XIII aprovechó su condición de jefe del ejército para establecer una relación directa entre la Corona y los mandos militares, que dejó en segundo término al poder civil. Esta trayectoria se inició ya desde su primer día de reinado, cuando logró que Sagasta le concediera la prerrogativa de los nombramientos y ascensos militares.
Alfonso XIII comenzó su reinado en mayo de 1902 al alcanzar su mayoría de edad. A diferencia de su madre, la reina regente María Cristina de Habsburgo, el nuevo monarca mostró desde el principio un interés por participar de manera activa en la política del país ejerciendo sus prerrogativas regias. Esto se tradujo en un intervencionismo constante en la vida política ordinaria, así como en las luchas internas de los partidos dinásticos. Las alternancias en el poder dejaron de ser producto de derrotas parlamentarias para depender de la voluntad del monarca, lo que permitió acuñar el término de «crisis orientales» (en alusión a la residencia del rey en el palacio de Oriente), como expresión metafórica de las crisis de gobierno. La intromisión del monarca provocó una crisis de liderazgo que fue uno de los grandes problemas del reinado.
Además, Alfonso XIII aprovechó su condición de jefe del ejército para establecer una relación directa entre la Corona y los mandos militares, que dejó en segundo término al poder civil. Esta trayectoria se inició ya desde su primer día de reinado, cuando logró que Sagasta le concediera la prerrogativa de los nombramientos y ascensos militares.