Cuando yo todavía iba a la escuela, además de las poesías que recitábamos a la Virgen, cada día decíamos esta oración.
¡Oh señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco enteramente a vos y en prueba de mi filial afecto os consago en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén
Hacía años que la tenía guardada en un rincón de la memoria. Hoy que la he recordado, la escribo aquí en recuerdo de mis años de escuela. Milagros
¡Oh señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco enteramente a vos y en prueba de mi filial afecto os consago en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén
Hacía años que la tenía guardada en un rincón de la memoria. Hoy que la he recordado, la escribo aquí en recuerdo de mis años de escuela. Milagros