Crece la expectativa, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

(14 de Enero de 2012)
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- ¿Vienes?- repitió la voz del hombre que se alejaba.
¡Y la pobre niña fue...!

Nadie supo nunca a dónde fue, aunque todos saben que nunca volvió para explicarlo, pero tanto ellos como nosotros, sabemos casi con certeza, cuál era su destino...

Pastor y yo.
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Cuentan quienes la vieron, que no fueron muchos, que la muchacha vaciló un momento; su cuerpo se rendía al hambre, al frío; los ojos dejaron de llorar, brillando en la oscuridad como un rayo de luz de Enero; sus labios murmuraron por lo bajo un rumor de palabras que parecían el siseo de una oración recatada...
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Hubo un largo rato de silencio. La muchacha temblaba de pies a cabeza, secando sus lágrimas con un pico de la pelerina.
El hombre la miraba con ojos de sátiro hambriento.
-Señorito, dijo la niña-, por Dios; yo soy honrada, yo...
-Vamos, decídete pronto, que hace un frío horrible. ¿Vienes o no vienes?
Hubo otro rato de silencio, solemne, majestuoso.
- ¿Vienes?- repitió el caballero- ¿Vienes? Y se echó a caminar calle arriba...
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El hombre la miró, escudriñando descaradamente su rostro, y le dijo:
- ¿Sabes que eres muy bonita?
La hambrienta bajó la cabeza, miró al suelo avergonzada y calló.
El hombre continuó:
¿Quieres cenar conmigo?, ¿Quieres?...
Site decides, yo te aseguro que no pasarás más hambre en tu vida...
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Allá a lo lejos, en el otro lado de la calle, le pareció ver la silueta de un hombre que avanzaba hacia ella rápidamente, envuelto en un largo gabán de pieles. La pobre muchacha salió al medio de la calle, y al pasar aquel caballero, se acercó a él lloriqueando:
- ¡Señorito, por Dios, una limosna; hace dos días que no como, me estoy muriendo de hambre y frío... ¡Ayúdeme!...