Con la muralla, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

(6 de Enero de 2018)
El ejercicio continuo, pero suave y progresivo antes de la prueba de fuego, puede ir corrigiendo paulatinamente los pequeños defectos y ayudará a compenetrar hombre y perro en la singular aventura de la caza a mano.
El trabajo de campo

Conseguidas, aunque no excesivamente pulidas, las posturas de denuncia de la pieza se impone la salida a la naturaleza y los primeros pasos de la verdadera tarea de estos fieles amigos. Casi todos los ejemplares jovenes, poco 'fogueados', tlenden a alejarse excesivamente de su amo que no podrá observar la muestra, permitiendo así­ la huida del animal acosado. Mediante una correa extensible atada a un collar corredizo se obligará al fogoso perro a mantenerse a la distancia adecuada,...
El adiestramiento puede comenzar en fincas de 'caza artificial', soltando animales 'de granja' y observando las reacciones del can hasta que éste fija la estampa inmóvil a la distancia correcta y de manera diferenciada, incluso, según la especie de la pieza.
La predisposición natural hacia la muestra ha de ser lógicamente potenciada, sucesiva y pacientemente. Los perros muy 'finos' son capaces de sentir la presencia de las bestezuelas silvestres a distancias considerables, así­ como detectar pequeños roedores o pajarillos que no son objeto de las ansias cinegéticas del deportista.
Desde muy jóvenes, casi cachorros, los pequeños cazadores irracionales deben ejercitar su olfato, sentido imprescindible en la propia naturaleza. Cuando captan 'dos vientos' de la eventual presa quedan inmóviles con la cabeza apuntando al lugar que albergue al animal silvestre y, según las razas, con una mano 'levantada' y la cola rí­gida horizontal. Estas posturas, lamadas con mayor propiedad 'muestras', son algo innato en los canes que, de forma espontánea, reaccionan ante el estí­mulo olfatorio....