Tebeos de chicas, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

"ENVIDIA DE LA ROSA
QUE TU BESASTE,
MUCHACHA DEL PAÑUELO
QUE SECÓ TU LLANTO..."

¡ASÍ TE HABLARÁ TU
AMOR!, IGUAL QUE LA
ROMÁNTICA VOZ DE
ANTONIO MACHÍN
TE HABLA HOY DE SU

"ENVIDIA"

Él es el cantor de ayer, de hoy y de siempre, el de las cálidas melodías de amor y añoranza...
¡Es el famoso Antonio Machín! Es su voz melosa, única, la que interpreta para ti, romántica, la canción...

ENVIDIA

Hnos. GARCÍA SEGURA

Envidia,
tengo envidia de los valles,
de los montes y los ríos,
de los pueblos y las calles
que has cruzado tú sin mí.

Envidia,
tengo envidia de tus cosas
tengo envidia de tu sombra,
de tu casa y de tus rosas
porque están cerca de ti.

Y mira si es grande mi amor
que cuando digo tu nombre
tengo envidia de mi voz.

Envidia,
tengo envidia del pañuelo
que una vez secó tu llanto,
y es que yo te quiero tanto
que mi envidia es tan sólo amor.

Final

Envidia, envidia,
tengo envidia y es de tanto amor.

Copyright by EDICIONES HISPANIA - Madrid
(1958)
De esta manera, gracias a su astucia y ansias de seguir viviendo, la tortuga pudo salvar su vida y continuar alegrando cada mañana al bosque y sus moradores, con el bello tocar de su flauta.
Sin más, con mucha decisión, emprendió una carrera muy rápida para ser tortuga hacia las profundidades del bosque, de donde nunca debió haber sido retirada.
Elevó la mirada por encima de su caparazón y vio como el hombre volvía con leña. Le faltarían tan sólo dos minutos para llegar a la cabaña. ¡Justo a tiempo!- pensó. Una pieza más y de seguro que mi flauta y yo seríamos sopa para la noche.
A estos el pedido de la tortuga les pareció lógico y accedieron, no sin antes pedirle que no tardara, pues su padre estaba a punto de llegar.
La tortuga disimuló su emoción ante el potencial éxito de su plan. Fue desplazándose lentamente por la casa hasta la puerta, bajo la atención de los pequeños, y una vez salió dio pasos lentos y suaves, como quien realmente estira los pies tras bailar hasta el cansancio.
Decidida la tortuga salió de la jaula y comenzó a bailar a la vez que tocaba, mientras los tres hijos de su captor la aplaudían con gran regocijo.
Dos, tres, cuatro y hasta cinco piezas bailó y tocó la tortuga, pero calculando que el hombre estaba por regresar de un momento a otro, lo cual le impediría llevar a buen término su plan, pidió a los niños que le dejaran descansar y estirar un poco las piernas en los alrededores de la casa para seguir luego regalándoles su arte.