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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Punto geodésico
Foto enviada por cuenka

— ¡Brilla como el sol! Lo pondré en el armario con las otras. —Es oro de verdad —pensó Walter asombrado—. Me pregunto dónde lo habrá encontrado El señor Rabbit abrió un pequeño armario metido en la pared y guardó la pepita. Walter pudo ver un gran montón de piedras amarillas en el armario. — ¡Vaya! —pensó— ¡cuánta riqueza! Debe haber suficiente para comprar toda una fila de bonitas casas y un sinfín de diamantes. Ojalá fuera mía, sería el chico más rico del pueblo. Walter aprendió pronto que la riqueza ... (ver texto completo)
—Y he encontrado algo más, —dijo papá conejo— una de esas piedras amarillas que os gustan tanto. He oído a alguien decir que los hombres trabajan muy duro para conseguirlas, así que deben ser valiosas. Mamá coneja cogió la brillante piedra y dijo:
—Además, incluso si lo hubiese conseguido, no podría hacernos daño. Estamos en casa y somos más fuertes que él. Los conejos pequeños parecían menos asustados y volvieron con sus juguetes que eran unas bellotas y castañas. — ¿Has tenido un buen día? —preguntó mama coneja. —Oh sí, bastante bueno —respondió su marido—. Primero me persiguió un perro dándome un pequeño susto, luego, un hombre con una pistola me disparó, pero solo me reí de él y salí corriendo. — ¿Y nos has traído algo? —preguntó Buzzy. ... (ver texto completo)
Allí estaba sentado el conejo gris con su esposa y tres pequeños a su alrededor. Era una estampa muy bonita. Ellos no pudieron ver a Walter, ya que se escondió tras las cortinas de parra, pero él sí podía verles y hasta entender todo lo que decían. Mientras Walter les espiaba, papá conejo estaba diciendo: —Me he asustado mucho hace un momento —dijo—. Viniendo para casa, casi tropiezo con un chico en el pie del árbol. Cuando me vio, pegó un salto y corrió tras de mí, pero me metí primero en el árbol ... (ver texto completo)
Era una habitación hermosa, muy diferente a todo lo que Walter había visto antes. Las paredes estaban hechas de corteza de abedul y musgo, los muebles de piedras grandes y pequeñas y las sillas eran setas. El suelo estaba cubierto de hojas secas en lugar de moqueta. No había fotos en las paredes, solo preciosas flores y las ventanas estaban llenas de panales de abejas en lugar de cristales. ¿Y qué crees?
—Tengo miedo, se me romperá la ropa —dijo— y ¿qué dirá mi madre? Sin embargo, era imposible volver atrás, así que continuó. De repente, Walter se encontró con una amplia habitación perfectamente iluminada por la luz del sol que entra por un pequeño agujero.
—Me pregunto cuántos conejos vivirán aquí —pensó Walter—. Creo que iré a comprobarlo. Así que sin parar de investigar, aunque el señor o la señora Rabbit no quisiera visita, se arrastró por el agujero con la cabeza por delante. Al principio, estaba tan oscuro que no podía ver nada, pero inmediatamente vio un gran canal con una luz brillando al final. Entonces, supo que debía llevarle a la casa del conejo. El canal era ahora más estrecho y Walter tenía muchos problemas.
Le gustaban sobre todo los cuentos de hadas, historias como la de Juan y las judías mágicas o Aladín y la lámpara maravillosa. Parecía como si oyera a las hadas cuando el viento agitaba las hojas sobre su cabeza. Un día, Walter acababa de cerrar su libro y pensaba en volver a casa cuando vio justo a sus pies a un gran conejo gris saltando sobre un tronco y corriendo hacia un gran árbol no muy lejano. Walter pegó un salto y corrió tras el conejo, pero era demasiado rápido para él, entonces se arrastró ... (ver texto completo)
Las aventuras de Walter y los Conejos

La familia de Walter se acababa de mudar al país y todo era nuevo para él. Había vivido toda su vida en la abarrotada ciudad, donde apenas había visto la verde hierba o las flores, y, ahora, toda la naturaleza parecía un bonito dibujo. Cerca de su casa había un gran bosque con árboles muy altos. A Walter le encantaba sentarse bajo la sombra de ellos para leer.