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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Sacha y la nieve
Foto enviada por cuenka

Al llegar al pozo e inclinarse sobre el brocal, el peso de las piedras lo arrastró y lo hizo caer al fondo, donde se ahogó miserablemente. Viéndolo las cabritas, acudieron corriendo y gritando jubilosas: “ ¡Muerto está el lobo! ¡Muerto está el lobo!” Y, con su madre, pusiéronse a bailar en corro en torno al pozo.
“ ¿Qué será este ruido
que suena en mi barriga?
Creí que eran seis cabritas,
mas ahora me parecen chinitas.”
Terminada ya su siesta, el lobo se levantó, y, como los guijarros que le llenaban el estómago le diesen mucha sed, encaminóse a un pozo para beber. Mientras andaba, moviéndose de un lado a otro, los guijarros de su panza chocaban entre sí con gran ruido, por lo que exclamó:
Cuando ya no le quedaban más lágrimas, salió al campo en compañía de su pequeña, y, al llegar al prado, vio al lobo dormido debajo del árbol, roncando tan fuertemente que hacía temblar las ramas. Al observarlo de cerca, parecióle que algo se movía y agitaba en su abultada barriga. ¡Válgame Dios! pensó, ¿si serán mis pobres hijitas, que se las ha merendado y que están vivas aún? Y envió a la pequeña a casa, a toda prisa, en busca de tijeras, aguja e hilo. Abrió la panza al monstruo, y apenas había ... (ver texto completo)
Al cabo de poco regresó a casa la vieja cabra. ¡Santo Dios, lo que vio! La puerta, abierta de par en par; la mesa, las sillas y bancos, todo volcado y revuelto; la jofaina, rota en mil pedazos; las mantas y almohadas, por el suelo. Buscó a sus hijitas, pero no aparecieron por ninguna parte; llamólas a todas por sus nombres, pero ninguna contestó. Hasta que llególe la vez a la última, la cual, con vocecita queda, dijo: “Madre querida, estoy en la caja del reloj.” Sacóla la cabra, y entonces la pequeña ... (ver texto completo)
Volvió el rufián por tercera vez a la puerta y, llamando, dijo: “Abrid, pequeñas; es vuestra madrecita querida, que está de regreso y os trae buenas cosas del bosque.” Las cabritas replicaron: “Enséñanos la pata; queremos asegurarnos de que eres nuestra madre.” La fiera puso la pata en la ventana, y, al ver ellas que era blanca, creyeron que eran verdad sus palabras y se apresuraron a abrir. Pero fue el lobo quien entró. ¡Qué sobresalto, Dios mío! ¡Y qué prisas por esconderse todas! Metióse una debajo ... (ver texto completo)
No había transcurrido mucho tiempo cuando llamaron a la puerta y una voz dijo: “Abrid, hijitas. Soy vuestra madre, que estoy de vuelta y os traigo algo para cada una.” Pero las cabritas comprendieron, por lo rudo de la voz, que era el lobo. “No te abriremos,” exclamaron, “no eres nuestra madre. Ella tiene una voz suave y cariñosa, y la tuya es bronca: eres el lobo.” Fuese éste a la tienda y se compró un buen trozo de yeso. Se lo comió para suavizarse la voz y volvió a la casita. Llamando nuevamente ... (ver texto completo)
El lobo y las 7 cabritillas

Érase una vez una vieja cabra que tenía siete cabritas, a las que quería tan tiernamente como una madre puede querer a sus hijos. Un día quiso salir al bosque a buscar comida y llamó a sus pequeñuelas. “Hijas mías,” les dijo, “me voy al bosque; mucho ojo con el lobo, pues si entra en la casa os devorará a todas sin dejar ni un pelo. El muy bribón suele disfrazarse, pero lo conoceréis enseguida por su bronca voz y sus negras patas.” Las cabritas respondieron: “Tendremos ... (ver texto completo)
- ¡Es una bobada! -decía. Pero Amalita no es boba, y la canta. Por ella es por quien la sabemos.
Y las muñecas comprendían la canción; Amalita también la comprendía, y el estudiante, claro está. Él la había compuesto, y decía que era estupenda. Sólo tía Malle no la entendía; no estaba ya para niñerías.
Ahí está Lisa, que es muy vieja, aunque ahora no semeja, con la cera que le han dado, que sea del año pasado. Como nueva está y entera. Baila con tu compañera, serán tres para bailar. ¡Bien nos vamos a alegrar! Baila, baila, muñequita, pie hacia fuera, tan bonita. Da el primer paso, garbosa, siempre esbelta y tan graciosa. Gira y salta sin parar, que muy sano es el saltar. ¡Vaya baile delicioso! ¡Son un grupo primoroso!
¡Baila, baila, muñequita, qué fina es la señorita! Y también el caballero con sus guantes y sombrero, calzón blanco y frac planchado y muy brillante calzado. Son bien finos, a fe mía. Baila, muñequita mía.
MEDITACIÓN
Todo sucede a la vez
Procure encontrar la estabilidad en todos los aspectos de su vida; la clave está en el orden. Relájese y disfrute de lo que hace, incluso cuando no hace nada. Tómese tiempo para recuperar fuerzas. Aprenda a soltar lastre. No se esfuerce demasiado por triunfar: la perseverancia da mejores resultados.
Ay, ay, ay, ¡qué manera de recular, la del borracho...! Y es que aunque estaba borracho, no era tonto, no.