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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Rodillos para la era
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

-Deja de decir tonterías -dijo el carretero-. Vamos, ven conmigo y encontraré un sitio para ti.
El joven fue con el carretero y al atardecer llegaron a una posada donde pararon a pasar la noche. A la entrada del salón el joven dijo en alto: -Si pudiera temer...
El posadero lo escuchó y riendo dijo: -Si eso es lo que quiere puede que aquí encuentres una buena oportunidad.
Un carretero que andaba a grandes zancadas tras él lo escuchó y le preguntó: - ¿Quién eres?
-No lo sé -respondió el joven.
Entonces el carretero preguntó: - ¿De donde eres?
-No lo sé -respondió el muchacho.
- ¿Quién es tu padre? -insistió.
-No puedo decírtelo -respondió el chico.
- ¿Qué es eso que estás siempre murmurando entre dientes? -preguntó el carretero.
-Ah, -respondió el joven- me gustaría aprender a tener miedo, pero nadie puede enseñarme.
El hombre, viendo que ese día no iba a conseguir las cincuenta monedas, se alejó diciendo: -Nunca me había encontrado con un joven así.
El joven continuó su camino y una vez más comenzó a mascullar: -Si pudiera tener miedo...
-No, -contestó el muchacho- ¿cómo quiere que lo sepa si esos tipos de ahí arriba no han abierto la boca?, y son tan estúpidos que dejan que los pocos y viejos harapos que llevan encima se quemen.
Eso hizo que el joven se enfadara, y dijo: -Si no queréis tener cuidado, no puedo ayudaros, no me quemaré con vosotros -y volvió a subirlos a todos a su sitio. Después se sentó junto al fuego y se quedó dormido. A la mañana siguiente el hombre vino para obtener sus cincuenta monedas, le dijo: -Bien, ahora sabes lo que es tener miedo.
Como le daban pena, levantó la escalera, subió y uno a uno los fue desatando y bajando. Entonces avivó el fuego y los dispuso a todos alrededor para que se calentasen. Pero estuvieron sentados sin moverse y el fuego prendió sus ropas. Así que el muchacho les dijo: -Tened cuidado u os subiré otra vez.
Los ahorcados no le escucharon y permanecieron en silencio dejando que sus harapos se quemaran.
Entonces el joven se fue el patíbulo, se sentó al lado y esperó hasta el atardecer. Como tenía frío encendió un fuego, pero a media noche el viento soplaba tan fuerte que a pesar del fuego no podía calentarse. Y como el viento hacía chocar a los ahorcados entre sí y se balanceaban de un lado para otro, pensó: "Si yo tiemblo aquí junto al fuego, cuánto frío deben estar sufriendo estos que están arriba".
-Si eso es todo lo que hay que hacer, es fácil -contestó el joven-. Pero si aprendo a tener miedo tan rápido, te daré mis cincuenta monedas. Vuelve mañana por la mañana temprano
Un hombre se acercó y escuchó el monólogo que mantenía el joven, y cuando habían caminado un poco más lejos, donde se veían los patíbulos, el hombre le dijo: -Mira, ahí está el árbol donde siete hombres se han casado con la hija del soguero, y ahora están a prendiendo a volar. Siéntate cerca del árbol y espera al anochecer, entonces aprenderás a tener miedo.
Así que al amanecer, el chico se metió las cincuenta monedas en el bolsillo y se alejó por el camino principal diciéndose continuamente: -Si pudiera tener miedo, si supiera lo que es temer...
-Padre, -respondió- escúchame. Soy inocente. Él estaba allí de pie en mitad de la noche como si fuese a hacer algo malo. No sabía quién era y le dije que hablara o se fuera tres veces.
- ¡Ah!-dijo el padre- sólo me traes disgustos. Vete de mi vista, no quiero verte más.
-Sí padre, como desees, pero espera a que sea de día. Entonces partiré para aprender lo que es tener miedo, y entonces aprenderé un oficio que me permita mantenerme.
-Aprende lo que quieras, -dijo el padre- me da igual. Aquí tienes ... (ver texto completo)
La mujer salió corriendo y encontró a su marido quejándose en la esquina con una pierna rota. Lo llevó abajo y luego llorando se apresuró a ver al padre del chico.
-Tu hijo, -gritaba ella- ha sido el causante de un desastre. Ha tirado a mi marido por las escaleras de forma que se ha roto una pierna. Llévate a ese inútil de nuestra casa.
El padre estaba aterrado y corrió a regañar al muchacho: - ¿Qué broma perversa es ésta?, el Demonio debe habértela metido en la cabeza.
- ¿Sabes donde está mi marido? Subió a la torre antes que tú.
-No lo sé -respondió el chico-. Pero alguien estaba de pie al otro lado del pozo de la torre, y como no me respondía ni se iba, lo tomé por un ladrón y lo tiré por las escaleras. Ve a ver si era él, sentiría que así fuese.
El sacristán pensó que era un farol así que no hizo ningún ruido y permaneció quieto como una estatua de piedra. Entonces el chico le avisó por tercera vez y como no sirvió de nada, se lanzó contra él y empujó al fantasma escaleras abajo. El "fantasma" rodó diez escalones y se quedó tirado en una esquina. Entonces el chico hizo sonar la campana, se fue a casa, y sin decir una palabra se fue a la cama y se durmió. La esposa del sacristán estuvo esperando a su marido un buen rato, pero no regresó. ... (ver texto completo)
- ¿Quién está ahí?-gritó el chico, pero la figura no respondió ni se movió.
-Responde, -gritó el chico- o vete. No se te ha perdido nada aquí por la noche.
El sacristán, sin embargo, continuó de pie inmóvil para que el chico pensara que era un fantasma. El chico gritó por segunda vez: