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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

No están todas las gallinas
Foto enviada por cuenka

-Aquí estará seguro esta noche y mañana nos repartiremos el dinero.
Así que desaparecieron, Periquillo sacó la cabeza del tambor y luego el cuerpo haciendo fuerza y, en cuanto estuvo fuera, echó a correr para su casa. Y allí estaban sus padres, tristes y desconsolados, que se pusieron muy contentos cuando vieron llegar a Periquillo sano y salvo. Entonces Periquillo les contó todo lo que le había pasado desde que se lo comiera el buey y también lo que había visto de los ladrones. Con que su padre ... (ver texto completo)
Al día siguiente iba el lobo buscando ganado para comer y Periquillo, que, lo sintió, empezó a gritar:
- ¡Pastores, que viene el lobo!
Los pastores, que oyeron sus voces, rodearon al lobo y lo mataron a bastonazos. Cuando lo hubieron matado, empezaron a abrirlo con sus cuchillos y Periquillo, desde dentro, les decía que anduvieran con cuidado, no fueran a herirle a él, pero por más que miraron los pastores, no vieron a Periquillo. Entonces uno de los pastores decidió hacerse un tambor con la ... (ver texto completo)
Padre, mata al buey Colorao, que se me ha comido entero.
Con que el padre sacó el buey al campo, lo mató y lo abrió con un cuchillo, pero por más que miró en las tripas y en todas partes, no encontró a Periquillo; y allí se quedó el buey muerto hasta que acertó a pasar un lobo que merodeaba por el pueblo y que se zampó las tripas del buey y a Periquillo con ellas.
- ¿Y cómo los vas a hacer? Con lo pequeño que eres tú, no puedes con los bueyes.
-Que sí que puedo –contestó el niño. Y mientras su padre comía, se subió al yugo que uncía a los bueyes y empezó a darles voces a los animales. Al oírlo, lo bueyes echaron a andar e hicieron un surco, y volvieron e hicieron otro, y así sucesivamente, yendo y viniendo y haciendo surcos hasta que su padre terminó de comer. Y ya, luego, siguieron toda la tarde juntos hasta la hora de ponerse el sol, en que se volvieron ... (ver texto completo)
Con que llegó Periquillo a donde estaba su padre trabajando y le dijo:
-Ea, padre, que aquí le traigo su comida.
Y el padre, que sólo veía a la burra albardada, dijo:
- ¿Dónde estás, hijo, que no te veo? –pues había reconocido su voz
Y Periquillo le contestó:
-Estoy aquí, en la oreja de la burra –y salió y se apeó de un salto.
Entonces le dijo Periquillo a su padre:
-Padre, ¿le hago unos surcos mientras usted come?
Y el padre le dijo:
La burra echó a andar. Iban los dos por el camino cuando aparecieron tres ladrones detrás de una peña y se dijeron:
-Vamos por esa burra que va sola.
Periquillo, que les oyó porque tenía un oído muy fino, dijo con voz muy fuerte para que le oyeran:
- ¡Al que se acerque a la burra, lo mato y lo descuartizo!
Y la burra aceleró el paso, pero los ladrones se quedaron quietos tratando de adivinar dónde se escondía el que les había hablado.
Madre, déjeme a mí la burra, que yo le llevo la comida a padre.
Y la madre le contestó:
- ¿Cómo se las vas a llevar tú, con lo pequeño que eres?
Y Perquillo respondió:
-Usted termine de prepararla, que yo la llevo.
La madre puso la albarda a la burra y metió la comida en ella junto con otras cosas que el padre necesitaba. Y en cuanto hubo acabado de hacer esto, Periquillo saltó a la albarda, trepó por ella, corrió por el cuello de la burra, se instaló en una de sus orejas y le dijo tranquilamente:
- ... (ver texto completo)
-Bueno y qué; pues, cañamón y todo, queremos tener un hijo.
Y así fue que Dios les concedió un hijo y nació tan pequeño como un cañamón; lo llamaron Periquillo y, como no creció ni una cuarta más, con Periquillo se quedó.
Con que pasó el tiempo y Periquillo fue cumpliendo años tan diminuto como siempre, pero era un muchaco voluntarioso que no se arredraba por ser tan pequeño. Un día que su padre se había se había ido a trabajar al campo desde por la mañana temprano, le dijo a su madre, que estaba ... (ver texto completo)
PERIQUILLO. Cuento tradicional español

Había un matrimonio de labradores que eran ambos tan pequeños que la gente los conocía por el apodo de “los cañamones”. Eso a ellos no les inocmoda, pero, en cambio, se lamentaban de no tene rhijos. Cuando los oían lamentarse, la gente les decía:
-Y para qué queréis un hijo, si va a ser un cañamón.
Y los dos respondían:
Y desde aquel día, Eduardo ya no volvió a soñar con hacerse rico.
- ¡Oh, Eduardo! -gimió- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos, por mucho que esperemos.
Se frotó otra vez los ojos, sin creer lo que estaba viendo. Pero esta vez, su mujer no se rió, porque la gallina muerta no tenía ni un solo huevo.
Su mujer estuvo de acuerdo. Ya no se acordaba de lo contenta que se había puesto el día en que había descubierto el primer huevo de oro. Le dio un cuchillo y en pocos segundos Eduardo mató a la gallina y la abrió.
-Es demasiado tiempo -anunció una mañana-, Estoy cansado de esperar. Está claro que nuestra gallina tiene dentro muchos huevos de oro. ¡Creo que tendríamos que sacarlos ahora!
Eduardo compró más tierras y más vacas. Pero sabía que tenía que esperar mucho tiempo antes de llegar a ser muy rico.