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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Millones de hojas por los suelos
Foto enviada por Qnk

Nicolás se licenció en Derecho y llegó a ser el secretario del gobernador de Orel. Ocupaba ese cargo cuando el conde Kamarowsky le presenta a María. La condesa llega a la conclusión de que aquel joven nervioso será presa fácil, y decide seducirlo. Habla mucho con él acerca del que pronto se revela que es su tema favorito: el masoquismo, y le sugiere probar algunas cosas. Nicolás conoció todo el dolor que aspiraba a sentir: el que causaban los cigarrillos apagados contra las palmas de su mano, los ... (ver texto completo)
Un día, cuando tenía 16 años, se arrojó a las aguas del Volga. Al salir a la superficie, su cabeza golpeó contra una balsa cargada de madera causándole un traumatismo. Es a partir de ese momento cuando se vuelve más inestable: se sobresalta por cualquier movimiento un poco brusco y sufre violentos tics en el rostro. En el colegio se ríen de él a causa de eso.
Nicolás Naumov tenía unos orígenes nada despreciables: descendía de Turgueniev, pero en su familia también había antecedentes de locura y, además, bebía en exceso. Su infancia fue muy prometedora: destaca en los estudios, a los once años había publicado ya un libro, y poco después traducía a Baudelaire. Un primer indicio de lo que sería su trayectoria posterior es un poema que escribe sobre el masoquismo.
De París se trasladan a Argelia. Ella había comenzado a cansarse de Donato, de modo que le expresa su deseo de ver de nuevo a su hijo, al que ha dejado en Rusia, y hacia allá se dirige. Es durante ese regreso a su país cuando conoce a Naumov, el que será su brazo ejecutor.
Su primer destino fue París, por entonces nido de espías zaristas. La ciudad está repleta de rusos, por lo que estiman que tal vez podrán pasar desapercibidos allí. Vana esperanza, porque el lujo con el que ella continúa empeñada en rodearse es imposible no llamar la atención.
Cuando se separaban, se escribían cartas muy explícitas, sin ningún pudor y cargadas de erotismo. Cuando estaban juntos, su vida estaba condenada a ser un eterno peregrinar por Europa. Donato no podía volver a Rusia si no era capaz de devolver el dinero sustraído con los intereses correspondientes, algo impensable, porque la pareja se había dado buena prisa en gastarlo todo. Necesitaban más, y por eso acabarán planeando el asesinato del conde Kamarowsky.
Prilukoff pronto se arruina por ella. María disponía de una renta modesta, a todas luces insuficientes para el lujoso tren de vida que aspiraba a llevar, y él se esmeraba por complacer todos sus caprichos y pagar las facturas sin límite. En 1906 la condesa compraba de modo tan compulsivo que había contraído cuantiosas deudas por todas partes. Donato, desesperado, vuelve a considerar la idea del suicidio, pero junto a él está “aquella víbora de voz serena”. De poco serviría a María su muerte. Lo necesitaba ... (ver texto completo)
Los amigos de Donato se asombran. No parece el mismo. Tratan de hacerle recapacitar y hay un momento en que el abogado quiere echarse atrás y se aleja de ella, pero los encantos de María terminan venciendo sobre cualquier consideración. La condesa, para hacerlo regresar, se fingió enferma y le rogó que acudiera a la cabecera de su lecho. Donato está entre la espada y la pared. Atormentado, intenta suicidarse ingiriendo un veneno que no resulta demasiado eficaz. Esta vez es ella quien acude a su cabecera ... (ver texto completo)
Donato Prilukoff era un brillante abogado moscovita, un joven que había hecho fortuna muy pronto. Tenía cuanto hubiera podido desear: una buena familia, una posición, prestigio profesional, una gran casa, una esposa que lo adoraba; pero todo lo abandonó por la condesa. Donato se fue a vivir a un hotel; derrochaba cuanto había ganado hasta entonces con tal de ocupar las habitaciones de lujo en los mejores hoteles. Como nada de esto era suficiente para María, alquila un apartamento sólo al alcance ... (ver texto completo)
Fueron muchos los que la amaron, aristócratas “en su mayoría desequilibrados y degenerados, masoquistas por deseo y por inclinación”; pero ella parecía tener alguna imposibilidad para hallar satisfacción en la unión carnal. Según se puso de manifiesto durante el proceso, ni Naumov ni Kamarowsky lograron jamás mantener relaciones plenas con ella. Sí lo consiguió Prilukoff, el abogado, pero éste admitió que habían sido pocas veces, porque resultaba muy doloroso para María. Realmente debía de serlo, ... (ver texto completo)
María le ordenó que se suicidara. Y el barón obedeció.

Mientras agonizaba en la habitación de un hospital, von Stahl, adicto él también a la cocaína, sólo tenía un deseo: que ella pasara en su carruaje bajo su ventana para darle el último adiós.
“…Bajo mi palabra de honor y por todo aquello que ha quedado en mí de valor y sin mancha, prometo a María Nikolaiewna hacer todo aquello que me ordene durante todo el tiempo que dure mi estancia en Kiew…”
María Nikolaiewna Tarnowskaya comenzaba así una vida errante, viajando de un lugar a otro y viviendo numerosas aventuras galantes. Uno de sus más ardientes admiradores fue el barón von Stahl, que llegó a firmarle la siguiente nota:
María Tarnowskaya, La Condesa del Escándalo (II)

El conde Tarnowsky deseaba divorciarse, pero María se opone y demanda al esposo por su vida de libertinaje. Como la infidelidad, si era mutua, no era causa de divorcio, el conde no pudo salirse con la suya. Sin embargo, llegados a ese punto era inevitable la separación, algo que se llevó a cabo de común acuerdo.
Hubo un proceso contra Tarnowsky, pero salió absuelto. Se alegó que había sufrido constantes provocaciones, que el comportamiento de la víctima había sido indigno, tratando de destruir un hogar y, en suma, se trataba de uno de esos crímenes de honor para los que la época solía admitir justificación.