Así en piedad rebosando Su celestial corazón, Nos amparará en el seno Que Jesús santificó. Antonio Arnao
Ya que quiere el dulce Esposo Que para los hombres hoy Brille en la gloria infinita Con que pródigo la ornó,
Pues cual iris que en el cielo Pinta en la tormenta el sol, Es a mi afán su sonrisa, Su clemencia a mi dolor.
Volad, volad y decidle, Aunque a tanto indigno yo, Que es su nombre mi esperanza, Que vivo y muero en su amor.
Pues que agradable a los cielos Fue siempre vuestro clamor, Dirigid hasta María Mi amante deprecación.
Arcángeles misteriosos Que junto al trono de Dios Véis la hermosura sin mancha De la Madre que Él amó;
Vírgenes que en el martirio, Llenas de divino ardor, Dísteis el postrer aliento Del Esposo ante la voz;
Al refugio de los pecadores Almas que en la lid terrible De este mundo seductor Alzáis al cielo los ojos, Guardáis puro el corazón;