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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

La piscina ya está puesta
Foto enviada por cuenka

Al salir, abrió la puertecita de la jaula de Gobolino y le dejó abandonado en la calle tras increparle.

- ¡Criatura miserable! ¡Aléjate! No quiero volver a verte nunca más.

Colocó a los demás gatos en su carreta, fustigó al flaco caballito y se alejó a galope entre una nube de polvo.
- ¿Por qué, por qué nacería yo en casa de una bruja? -dijo Gobolino acurrucándose en su jaula- No quiero ganar premios. Sólo quiero un hogar. ¿Qué va a ocurrirme ahora?

El anciano fue obligado a marcharse de allí rápidamente y a llevarse todos sus gatos.
Por unos momentos reinó un gran silencio; después, silbidos; luego, bufidos, y, finalmente, grandes lamentos. Los iracundos gatos continuaron protestando hasta que, de una de las jaulas, surgió un gran rugido: “ ¡Gobolino es el gato de una bruja!”. Por todas las jaulas se extendió el furioso murmullo: “ ¡Gobolino es el gato de una bruja!”. Al oír los silbidos y los bufidos, los jueces se pusieron pálidos.
El anciano corrió entre las jaulas acariciando a los que habían conseguido premios y prometiéndoles toda clase de ricos manjares para la cena. Entonces, el juez principal se levantó para proclamar al mejor gato de la exposición. ¡Era Gobolino!
Fueron pasando los jueces examinando a los gatos. Al cabo de un rato, sacaron unas tarjetitas de colores y las prendieron en los más bonitos. El vecino de Gobolino tenía una tarjetita de color rojo en la que ponía “PRIMER PREMIO”. El gato de enfrente llevaba una azul.
-No, es nuevo -decían otros. Aunque Gobolino no podía oír todas las frases, las jaulas eran todas un susurro: “ ¡Gobolino! ¡Gobolino! ¡Gobolino!”
Al ver a Gobolino, algunos gatos empezaron a cuchichear: - ¿Quién es ese gato negro tan raro? No estaba aquí el año pasado
- ¿A qué viene tanto alboroto? -preguntó Gobolino a la gata de al lado.

- ¿No lo sabes? -contestó ella desdeñosa- Mañana es el día de la exposición de gatos. Van a llevarnos a todos. Mucho antes de llegar, Gobolino pudo oír los maullidos de los cientos y cientos de gatos reunidos en la exposición: allí habían gatos grandes, pequeños; gatos negros, blancos, atigrados; gatos persas; gatos gordos, flacos, guapos, feos…, y todos los gatos de nuestro anciano. Entre ellos estaba Gobolino, el gato de ... (ver texto completo)
- ¡Qué piel, qué cola, qué colorido y qué preciosos ojos azules!…

Los otros gatos gruñeron. -Mira, están celosos -dijo el anciano mientras anudaba una cinta roja alrededor del cuello de Gobolino.
- ¿No lo sabes? -se burló la gata-. Ahora eres un gato de exposición.

Por la mañana, el anciano cepilló y peinó a sus gatos uno por uno. Se sorprendió un tanto al ver las chispitas de colores que salían de la piel de Gobolino, pero no dejó de decirle lo bonito que era.
El anciano recogió a Gobolino y lo depositó en una jaula vacía con un cojín azul y un plato de carne.

Al cabo de un rato, Gobolino se dirigió a la gata de la jaula vecina. - ¿Qué hacemos en estas jaulas? -le preguntó.
En aquel momento, se abrió la puerta de par en par y se oyó una voz que decía: -Gatito, gatito, lindo gatito, ¡ven aquí!

“ ¡Oh, me está llamando a mí!”, pensó Gobolino entusiasmado.
Se les ve muy cuidados y contentos”, pensó. “Pero nadie que tenga tantos gatos querría tener otro más.”
Un anciano estaba sentado ante una mesa cortando carne y poniéndola en doce platos azules. La piel de los gatos era muy lustrosa, tenían los ojos brillantes y los bigotes limpios. Gobolino les oía ronronear incluso a través de la’ventana.
Saltó al alféizar de una ventana y echó una ojeada al interior. Dentro de la habitación se veían docenas de grandes jaulas. Y dentro de cada jaula había un gato sentado en un cojín de terciopelo azul.