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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Serie rosas y flores
Foto enviada por Gabriel

- ¡Tú eres mi hija!
- Yo voy a contarlo
a mis hermanitas.
- ¿No sabes, Constanza,
no sabes, Lucía,
que he encontrado a padre
en la fuente fría?
Constanza lloraba,
lloraba Lucía,
y la más pequeña ... (ver texto completo)
- ¿Dónde vas, buen viejo,
camina, camina?
- Así voy buscando
a mis tres hijitas.
- ¿Cómo se llamaban?
¿Cómo les decían?
- La mayor Constanza,
la menor Lucía,
y la más pequeña,
se llama María.
- Usted es mi padre. ... (ver texto completo)
ROMANCE DE LAS TRES CAUTIVAS. Anónimo.

En el campo moro,
entre las olivas,
allí cautivaron
tres niñas perdidas;
el pícaro moro
que las cautivó
a la reina mora
se las entregó.
- Tomad perros la borrega
sana y buena como estaba.
- No queremos la borrega
de tu boca alobadada,
que queremos tu pellejo
pa`l pastor una zamarra;
el rabo para correas,
para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón,
para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas,
para que bailen las damas ... (ver texto completo)
Buenos días Qnk. Muy bonita la rosa que has elegido para escribir este cuento, pero para rosas bonitas, bonitas de verdad, las que daba el rosal del patio del hermano Basiliso (+) que sus hijas Evelia, Elisa, Aurora y supongo que también Clemencia, cuidaban con esmero. Era el rosal más grande que yo he visto nunca en el pueblo y sus rosas olían... como diríamos en el pueblo, a gloria bendita.
No sé si sabes dónde vivía el hermano Basiliso y sus hijos, pero por si no lo sabes he de decirte que su ... (ver texto completo)
¡Y así consiguió que todos aplaudieran a la nueva princesa de la lluvia que se había inventado!
Entonces se levantó y se envolvió la sábana sobre la cabeza como si fuera un larguísimo velo. Al ver que todos se habían quedado embobados, saludó como si fuera una gran actriz de teatro.
Entonces, desde abajo, empezó a hacer el sonido de la lluvia… Primero caía poquita: Elisenda picaba con un dedo de la mano sobre la palma de la otra. Después un poco más fuerte: Elisenda picaba ya con dos dedos y parecía que llovía más. Ahora un poco más: ya eran tres dedos…y así hasta llegar a picar con los cinco dedos a la vez, ¡que sonaba casi como el chaparrón que estaba cayendo en esos momentos!
Elisenda se arrodilló, se sentó sobre sus pies, se echó hacia delante como si fuera una piedra y se cubrió con la sábana.
- ¡Ya sé cómo es la princesa de la lluvia! ¿Puedo empezar yo? Como las otras seguían quejándose, Elisenda cogió una sábana y se subió a una especie de escenario que había hecho el director con unos baúles grandes de madera que había encontrado en la habitación.
Bajo el porche de su casa contempló la lluvia durante unos minutos. De pronto entró corriendo, toda emocionada y dijo:
Todas se quejaban menos Elisenda. que en lugar de protestar decidió ir a preguntarle a la lluvia que podía hacer.
Las cinco niñas se quedaron dudando sin saber qué decir ni qué hacer, y al cabo de un momento empezaron a quejarse porque aquello les parecía muy difícil y no sabían cómo se podría demostrar eso de ser la princesa de la lluvia
¡Tenéis cinco minutos para pensaros cómo lo haréis!
Haremos un concurso donde cada una de vosotras tendrá que demostrarnos que ella es la princesa de la lluvia. Los cuatro niños y yo seremos el jurado y votaremos a quien se lo merezca.


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