Alguien escribió sobre las mujeres cosas tan bonitas como esto y otras muchas parecidas.
"Las mujeres son el manantial de la vida y el corazón de la sociedad"
Pero no siempre fue así, pues leyendo un libro del año 1629 he encontrado lo que más o menos viene a decir sobre las mujeres, Plauto:
Muchos y grandes son los defectos de las mujeres y terribles sus imperfecciones, y sobre todo, que es su propia estimación, no reconociendo sus faltas, y teniendo muchas, creyendo que carecen de todas.
De este agrado y satisfacción que tienen de sí mismas, se engendra la natural soberbia que se les atribuye -dijo el Petrarca-, y de esa soberbia y satisfacción proceden los celos. Porque realmente sentirá más el desprecio el que entendiere que tiene mayores partes para ser estimado.
De las mujeres dijo Ovidio: Los celos de las mujeres nacen de la vanidad de la hermosura que anda junto a la soberbia.
Plutarco también puso su granito de arena diciendo que las mujeres se dan a la vida contemplativa y esto les hace padecer grandes alteraciones e inquietudes.
Por su parte, Aristóteles dice que son más misericordiosas que los hombres, más fáciles de derramar lágrimas, más insidiosas, más querellosas, más maldicentes, más mordaces, más ansiosas, más fáciles para ser engañadas, más memoriosas de sus agravios y más vivas y vigilantes.
Los demás atributos -dice Aristóteles-, en que vence la mujer al hombre son la mentira, la desconfianza y la facilidad para ser engañada, injuriosa, haciendo todas estas cosas juntas, un laberinto de donde ni sabe, ni puede salir; nacen de los celos de las mujeres, la ira, el odio y la venganza.
Eurípides hablando de los celos de Medea dice, que la mujer es medrosa por naturaleza y Séneca hablando del mismo caso de Medea afirma que ni la fuerza de las llamas, ni del viento, ni la violencia de las más crueles armas debe ser temido como la mujer celosa que en viéndose despojada de los derechos conyugales es un vivo fuego.
Bueno, pues visto lo visto, y leído lo leído, aquellos sabios filósofos nos dejaron a las mujeres, en algunos de sus escritos, a la altura del betún. Suerte que no todas somos como nos describen, aunque alguna quedará por ahí a pesar de que hayan pasado los siglos...
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