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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Reloj de sol, se supone

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Los biólogos descubrieron también relojes en todas las células posibles de los mamíferos: en los ojos, en el hígado, incluso en las células que componen los huesos.
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Sólo había una explicación posible y es que cada célula esconde un mecanismo para medir el tiempo. Puesto que las células de la mosca y del ser humano fundamentalmente tienen la misma estructura, el ser humano también lleva en su interior billones de relojes.
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Como los genes del reloj interior estaban combinados con los genes de las luciérnagas, las moscas empezaron a brillar alli donde había un reloj en funcionamiento. Lo hacían en los lugares más inverosímiles: no sólo centelleaban sus las cabezas, sino también las antenas, las patas, e incluso la tripa...
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Los biólogos descubrieron también relojes en todas las células posibles de los mamíferos: en los ojos, en el hígado, incluso en las células que componen los huesos.
En su búsqueda del ritmo de la vida, en el siglo pasado, los científicos introdujeron en moscas un gen de las luciérnagas que les permite brillar. Los investigadores conbinaron en las drosófilas el gen de la sustancia luminiscente, con el bonito nombre de luciferina, con otros genes responsables del control del reloj interior...
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Como los genes del reloj interior estaban combinados con los genes de las luciérnagas, las moscas empezaron a brillar alli donde había un reloj en funcionamiento. Lo hacían en los lugares más inverosímiles: no sólo centelleaban sus las cabezas, sino también las antenas, las patas, e incluso la tripa...
En nuestra cultura, desde hace siglos el tiempo se equipara únicamente a lo que indica una esfera mecánica, y posiblemente con esto se haya contribuido a que desconozcamos el tiempo interior.
En su búsqueda del ritmo de la vida, en el siglo pasado, los científicos introdujeron en moscas un gen de las luciérnagas que les permite brillar. Los investigadores conbinaron en las drosófilas el gen de la sustancia luminiscente, con el bonito nombre de luciferina, con otros genes responsables del control del reloj interior...
Hasta el año 1729 no informó sobre sobre su experimento en las vistas de la Academia de las Ciencias de París. En su publicación decía lo siguiente: "La actividad de las plantas está relacionada con ese sentido preciso que permite a los enfermos que tienen que guardar cama percibir la diferencia entre el día y la noche". Se ha de tener en cuenta que en aquella época, la mayoría de los hospitales eran oscuros.
El cuerpo humano está compuesto de hasta 100 billones de células, cada una de las cuales tiene más o menos el tamaño de una euglena, y aunque nos pueda parecer imposible, cada célula posee su propio reloj interno.
Los relojes interiores guían a todos los seres vivos; esto lo descubrió, observando sus mimosas, el astrónomo francés Jean Jacques de Mairan en el siglo XVIII. Vió que las plantas situadas en el antepecho se estiraban a la misma hora hacia el sol.
Se puede llegar a pensar que era por el efecto de la luz, pero cuando las colocó en una cámara oscura vió que imperturbables, las hojas se extendían por las mañanas y se enrollaban por la noche.
Hasta el año 1729 no informó sobre sobre su experimento en las vistas de la Academia de las Ciencias de París. En su publicación decía lo siguiente: "La actividad de las plantas está relacionada con ese sentido preciso que permite a los enfermos que tienen que guardar cama percibir la diferencia entre el día y la noche". Se ha de tener en cuenta que en aquella época, la mayoría de los hospitales eran oscuros.
En nuestra cultura, desde hace siglos el tiempo se equipara únicamente a lo que indica una esfera mecánica, y posiblemente con esto se haya contribuido a que desconozcamos el tiempo interior.
Los relojes interiores guían a todos los seres vivos; esto lo descubrió, observando sus mimosas, el astrónomo francés Jean Jacques de Mairan en el siglo XVIII. Vió que las plantas situadas en el antepecho se estiraban a la misma hora hacia el sol.
Se puede llegar a pensar que era por el efecto de la luz, pero cuando las colocó en una cámara oscura vió que imperturbables, las hojas se extendían por las mañanas y se enrollaban por la noche.
En nuestra cultura, desde hace siglos el tiempo se equipara únicamente a lo que indica una esfera mecánica, y posiblemente con esto se haya contribuido a que desconozcamos el tiempo interior.
Para muchos el refrán "a quien madruga Dios le ayuda" no se cumple en absoluto, y es que nadie puede actuar contra su propia naturaleza. El reloj interior que nos guía a lo largo del día, marca a cada persona su propio ritmo. No sigue ni proverbios ni las órdenes de la conciencia, ni tan siquiera las de los cónyuges. Los genes son los que determinan cómo se ejecuta el programa del cuerpo.
El tiempo corporal estáblece el escenario para todos los actos. En función de éste el organismo regula la presión sanguínea, la digestión, y sobre todo, nuestra capacidad de rendimiento en los diferentes momentos día.
Dejo el tema de los relojes por hoy, diciendo que, los relojes del cuerpo y de la conciencia miden el tiempo de maneras totalmente diferentes. El reloj corporal determina el tiempo de forma automática. Dieciséis horas después de levantarnos nos sentiremos cansados, nos guste o no. Su escala es fija. Es innata.
Para muchos el refrán "a quien madruga Dios le ayuda" no se cumple en absoluto, y es que nadie puede actuar contra su propia naturaleza. El reloj interior que nos guía a lo largo del día, marca a cada persona su propio ritmo. No sigue ni proverbios ni las órdenes de la conciencia, ni tan siquiera las de los cónyuges. Los genes son los que determinan cómo se ejecuta el programa del cuerpo.
Los relojes del cuerpo y de la conciencia se comportan de forma similar al reloj de un campanario y al cronómetro: necesitamos (y tenemos) varias escalas para orientarnos en el tiempo. Cuando vivimos un momento, nos interesan los segundos; en cambio, para ajustarse al día y la noche el organismo necesita un reloj que como mínimo funcione durante 24 horas
Dejo el tema de los relojes por hoy, diciendo que, los relojes del cuerpo y de la conciencia miden el tiempo de maneras totalmente diferentes. El reloj corporal determina el tiempo de forma automática. Dieciséis horas después de levantarnos nos sentiremos cansados, nos guste o no. Su escala es fija. Es innata.
Un reloj de campanario no resulta apropiado para determinar el tiempo ganador en una carrera de cien metros lisos; por el contrario, un cronómetro no conoce la diferencia entre mañana y tarde.
Los relojes del cuerpo y de la conciencia se comportan de forma similar al reloj de un campanario y al cronómetro: necesitamos (y tenemos) varias escalas para orientarnos en el tiempo. Cuando vivimos un momento, nos interesan los segundos; en cambio, para ajustarse al día y la noche el organismo necesita un reloj que como mínimo funcione durante 24 horas
El tiempo interior es independiente del curso de los relojes mecánicos y también del reloj biológico.
Un reloj de campanario no resulta apropiado para determinar el tiempo ganador en una carrera de cien metros lisos; por el contrario, un cronómetro no conoce la diferencia entre mañana y tarde.
Según algunos experimentos se ha llegado a la conclusión de que aunque el tiempo corporal rige toda nuestra existencia, no es el tiempo que percibimos. La conciencia crea su propio tiempo: el tiempo interior. Es, por así decirlo, el pulso de nuestra alma. Con él medimos todo lo que percibimos, pensamos y sentimos.
El tiempo interior es independiente del curso de los relojes mecánicos y también del reloj biológico.
El organismo conoce la hora exterior con una exactitud prácticamente de segundos.
Según algunos experimentos se ha llegado a la conclusión de que aunque el tiempo corporal rige toda nuestra existencia, no es el tiempo que percibimos. La conciencia crea su propio tiempo: el tiempo interior. Es, por así decirlo, el pulso de nuestra alma. Con él medimos todo lo que percibimos, pensamos y sentimos.