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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Billete 50€ 2002, reverso
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

Sin embargo, como el joven le era simpático, pensó que distraería a su esposa y a su hija, y le dijo que se hospedara en su casa todo el tiempo que pensase estar en el pueblo.
-Muchas gracias -contestó el hijo del Visir-. Pero antes quisiera preguntarle si los cimientos de su casa son lo bastante fuertes.
" ¡No cabe duda de que está loco!", pensó el viejo. "Veremos qué hará ahora. Sin duda llamará agua a la tierra, y tierra al agua. A la sombra la calificará de luz, y a luz de sombra."
En esto llegaron junto a un río, que era necesario vadear. El campesino quitóse los zapatos y lo cruzó, pero el joven se metió en el agua sin quitarse los zapatos.
" ¡En mi vida había visto loco mayor!", se dijo el campesino.
Al salir de la ciudad, pasaron junto a un cementerio, donde varias personas rezaban por las almas de sus muertos y repartían limosnas y comida a cuantos pasaban por allí.
- ¡Qué ciudad más espléndida! -exclamó el hijo del Visir.
Entre irritado y divertido, el viejo rechazó el cuchillo, refunfuñando que o bien su compañero estaba loco o trataba de parecerlo.
El hijo del Visir hizo ver que no oía las palabras del campesino y entró en el pueblo, pasado el cual se encontraba la casa de su compañero. Mientras cruzaban el mercado, que se hallaba muy concurrido, nadie les ofreció cosa alguna, ni les invitó a descansar.
- ¡Qué cementerio más enorme! -exclamó el joven.
" ¿Por qué llamará cementerio a una población tan populosa?", ... (ver texto completo)
No sabiendo qué contestar a la extraña pregunta, el campesino se limitó a decir que no lo sabía.
Pasaron las horas y los dos amigos llegaron a un pueblo. El joven sacó un afilado cuchillo y entregándoselo al campesino, le dijo:
-Amigo, ve a comprar con esto dos hermosos caballos, pero no olvides de devolvérmelo, pues lo aprecio mucho.
- ¿No cree que si de vez en cuando nos ayudásemos, el viaje sería más distraído?
" ¡Este hombre está loco!", pensó el campesino.
Poco después, pasaron junto a un campo de trigo, a punto de ser segado, y el hijo del Visir preguntó a su compañero:
- ¿Está comido o no ese trigo?
El joven se despidió de su padre, y un mes antes de que terminase el plazo dado por el soberano, se marchó sin rumbo fijo, confiando que el Destino guiaría sus pasos.
Al cabo de unos días de marcha se encontró con un campesino que también iba de viaje. Como el hombre le fue simpático, le pidió si le permitía acompañarle. El campesino aceptó de buen grado, y los dos viajaron juntos en buena armonía.
Al cabo de un rato, el joven dijo al viejo:
El Visir prometió hacerlo, aunque de antemano se daba por vencido. Cinco meses de intenso trabajo no dieron el menor resultado, y nadie pudo explicar el motivo de la risa del pescado.
Comprendiendo que nada podría salvarle de la muerte, pues ni los más sabios podían hallar solución lógica al problema, el Visir lo preparó todo para su muerte, diciendo antes a su hijo que marchase a recorrer el mundo, en espera de que la cólera del Rajá se calmara.
- ¿Que un pez se ha reído? -preguntó asombradísimo el Rajá-. ¡Eso es completamente imposible!
- ¡No estoy loca! Digo lo que he visto con mis propios ojos, y oído con mis propias orejas.
-Pues es muy extraño. Haré averiguaciones.
A la mañana siguiente, el Rajá contó a su Gran Visir lo que le había ocurrido a su esposa, y le ordenó que investigase hasta descubrir la verdad de todo ello. De no hacerlo así antes de seis meses, le haría decapitar.
-No; pero estoy muy disgustada por lo que ha hecho un pescado. Una pescadora pasó delante de palacio y al preguntarle yo si el pescado que acababa de soltar era macho o hembra, el pescado soltó una carcajada.
-Es macho -contestó la pescadora, que siguió voceando lo que vendía.
La Raní, muy furiosa, fue a encerrarse en su cuarto, y al llegar el Rajá y verla tan enfurecida, le preguntó qué le ocurría.
- ¿Estás enferma? -inquirió.
- ¿Es macho o hembra? -preguntó la Raní-. Quiero comprar una hembra.
Al oír esto, el pescado soltó una ruidosa carcajada.
¿POR QUÉ SE RIÓ EL PEZ?
En el momento en que una pescadora anunciaba su mercancía ante el palacio del Rajá, la Raní salió a un balcón y le pidió que subiera a mostrarle lo que tenía. En este momento un pescado dio un salto, mostrando su plateado vientre.