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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Puente
Foto enviada por Qnk

El sastre estaba muy complacido de que por fin alguien quisiera llevarse aquella chaqueta.
Como es de suponer, el profesor Popof ignoraba esto. Al ver la chaqueta en el escaparate decidió comprarla, pues le gustaban sus cuadros verdes y marrones. Con que entró en la tienda.
El día anterior unos traviesos duendes habían penetrado en la sastrería y habían echado polvos mágicos sobre una chaqueta del escaparate, convirtiéndola en una chaqueta voladora. Esto significaba que si alguien la llevaba puesta y deseaba encontrarse en otro sitio, la chaqueta lo trasladaría inmediatamente por los aires hasta el lugar elegido.
“No hay solución”, suspiró. “Tendré que comprarme una chaqueta nueva.” Y se fue a visitar a su sastre.
El profesor no se equivocaba. Su vieja y raída chaqueta se había rasgado en dos. Todavía podría llevarla si se la abrochaba y se la ponía al revés. Pero hasta el profesor comprendió que iba a estar muy cómico luciendo el roto por delante y con la hilera de botones detrás.
—Vaya por Dios —murmuró—. Tengo la terrible sensación de que se trata de mi chaqueta.
Una hermosa mañana, estaba el profesor cavando en su jardín cuando de pronto oyó a sus espaldas un ruido como de tela al rasgarse.
La chaqueta voladora

El profesor Popof vivía con su esposa en una hermosa casa amarilla junto a la costa. Pasaba sus días dando clase, ocupado en su jardín y pescando, y se sentía muy dichoso. Sólo dos cosas le deprimían: el tener que comprarse ropa y el tener que viajar a París en tren para acudir a sus compromisos.