Qué hermoso día -dijo, contemplando el
cielo despejado y azul. Y con un suspiro de satisfacción, sacó su caña de
pescar y arrojó el anzuelo a las serenas
aguas del
mar. Tenía muchas esperanzas de que pronto pescaría algo. Pero pasó el rato sin que picara ningún pez, y de improviso se levantó el viento. Aparecieron negros nubarrones en el horizonte y las olas comenzaron a batir sobre el bote.