3 meses GRATIS

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

El agua corre por las acequias
Foto enviada por Qnk

Al final, sin embargo, preguntó:
Le hicieron un montón de preguntas, pero él les miraba extrañado y no respodía.
Luego llamó a los demás, que llegaron con las antorchas en la mano, y por fin se descubrió que el prisionero era un viejo bajito y tan palido que daba miedo, con aspecto enfermo, vestido con un larga túnica amarilla mojada que goteaba, como si acabara de salir del agua.
Sin embargo, después de medianoche se quedó dormido de verdad, casi sin darse cuenta, y no se despertó hasta que algo frío le rozó la cara: eran lo gélidos dedos del hombrecillo que le tocaban con delicadeza. Entonces el hombre se puso en pie, atrapó al intruso y le ató a la barandilla antes de que pudiese decir ni media palabra.
Su hijo mayor que era muy fuerte, y no tenía miedo, se tumbó en la terraza con una cuerda gruesa junto a él y esperó, fingiendo que dormía, pero manteniendo un ojo abierto y el otro cerrado.
La noche siguiente, el hombre y sus hijos montaron guardia. Quería ver si el pequeño personaje aparecía de nuevo, y sobre todo quería saber quién era y de donde venía.
El hombre le vio desaparecer en silencio y después corrió a llamar a su mujer y a sus hijos, que fueron con antorchas y se pusieron a buscar al hombrecillo. Sin embargo, por mucho que se esforzaron, no lograron encontrarle.
"Debe ser el espiritu de un muerto que viene a por mi", pensó el hombre, aterrorizado. Pero por suerte el hombrecillo se levantó y se marchó lentamente, siguiendo el sendero que llevaba al viejo lago.
El hombre no se movió, fingiendo que seguía dormido, y el hombrecillo extendió una mano y empezó a tocarle la cara. Tenía los dedos frios como los de un cadaver y además estaban resbaladizos y mojados.
Por fin concilió el sueño, pero al rato oyó unos pasos ligeros y se despertó. Junto a él había un hombrecillo de menos de un metro de estatura que se acurrucó a su lado y le miró durante unos instantes.
El espíritu del agua

Una noche, en un antiguo palacio de Japón rodeado de un gran jardín, un hombre se tumbó en la terraza a tomar el aire porque hacía mucho calor y no podía dormir.