3 meses GRATIS

PUERTOLLANO: Me alegro María, me alegro de vuestra felicidad. Y...

Algunos días sin pasar por aquí y veo que han sucedido cosas… Unas agradables y otras…

Este medio día he hablado con Maxi y… pues eso, que me ha sorprendido lo comentado y donde ha llegado la “cosa”…

Pero antes de dar mi opinión sobre ello, quiero expresar mi tardía pero sincera enhorabuena a María y mi apreciado cabo Manuel por la llegada de esa preciosa criatura llamada Pablo. Y, aunque aún no he sido abuelo (espero que pronto lo sea) me imagino la dicha que debéis sentir en estos momentos. ¡Felicidades, pareja!.

Y expresado esto que “me llamaba” a voces, me voy a mojar, y comentar lo que pienso sobre el tema en cuestión.

En primer lugar, deciros que soy no poco escéptico de los foros. Y no es que tenga mucha experiencia sobre ello, pero sí alguna, como ya comenté en otra ocasión. Por ello, procuro tener siempre presente las “limitaciones” de la condición humana. Y como el gato escaldado del agua fría huye, procuro, como digo, no olvidar aquello que tan bien expresó Francisco de Quevedo: “Conviene navegar con cuidado donde se teme que hay poco fondo, porque existen muchos bajos en la vida que hacen recomendable el uso de la sonda”.

Obviamente, el gran escritor de manera magistral expresaba el peligro que tienen ciertas relaciones con personas de dudosa moralidad.

Sin embargo, ¡qué cosas!, en dos personas con gran fondo moral, con fuerte compromiso ético, y ocurre… lo que ocurre…

¿Cómo puede suceder tal desencuentro?. Es curioso, ¿verdad?

Porque Catuno, me consta (por sus escritos y por quien bien lo conoce) que es “un trozo de pan con ojos”. Persona noble y sin dobleces. Y Libertad, que he tenido el placer de conocer (y de leer, bastante) también me consta que es un hombre muy comprometido con su idea de justicia y de lucha por un mundo mejor, sobre todo para el necesitado. Sí, dos SUPER personas, y…

Pues eso… repito, ¿cómo pueden suceder estas cosas?... Y para colmo, ¿Cómo Maxi, un alma grande donde las haya, reprocha de tal forma, probablemente desconsiderada…?

Sinceramente, pienso que es cosa de “prontos”, de falta de reflexión… y también, quizá un “algo” de “ese”ego tonto que siempre está presente en nosotros.

Porque está claro que Catuno se pasó varios pueblos cuando dijo lo que dijo. Pues, obviamente, Libertad NO se refería a TODOS los jóvenes… Y por otro lado, pienso que Libertad también se lo tomó demasiado “a pecho” en su respuesta (aunque comprendo que “lo” de las trincheras pudiese tocarle fibras sensibles de vivencias pasadas…).

Creo por ello que tanto Catuno como Libertad no se han puesto el uno en el “papel” del otro. Uno (Catuno), por su error grave de lectura y otro (Libertad) por no tener en cuenta tal “inconveniente” de Catuno. De ahí que no esté demás recordar a los dos lo que expresó muy bien Gasset: “El hombre y sus circunstancias”…

No deseo extenderme más. Simplemente deciros que una dosis de generosidad por parte de ambos se hace ahora necesario. Y no es pedir. Va innato en vuestro pedigrí. ¿OK, Libertad?, ¿OK, Catuno?

Buenas noches, Foro.

Dorovi, muchas gracias en nombre de los dos, ayer quedó aquí el cabo, que escribiría, aunque solo fuera por darte las gracias, pero ya ves, ni el entusiasmo del nieto le hace perder la pereza. Los dos estamos contentos y tontones, a mi me da que yo lo disimulo más, pero mi marido, es de escándalo, se le agota la batería del móvil, solo de mirar las fotos y de hacerlas, tanto es así, que pensé me costaría trabajo mantenerlo aquí tanto tiempo y nada de eso, más bien todo lo contrario, no tiene ni ganas, ni día marcado para la vuelta. Un abrazo.

Me alegro María, me alegro de vuestra felicidad. Y ya me conozco los tontones que se ponen “ciertos” abuelos con sus nietos… Por cierto, es curioso como casos de padres que han sido “frios” con sus hijos, de poca o nada zalameria con ellos, que apenas si los han tenido en brazos, tan solo en ocasiones puntuales y por “obligación”, y luego de abuelos… ¿Es curioso, verdad?. ¡Ay, “esas” vivencias del alma…!

Y a “mi” cabo le pido por favor que aunque probablemente no se le haya olvidado usar la maquinilla (¿del nº 1 era?) y las tijeras (esto probablemente sí, pues la “trabajó” menos, jeje …) espero que no se le ocurra atreverse algún día a cortar el pelo a su nieto… María, ¡menuda pareja de peluqueros hacían él y el cabo Camello (Gregorio)!… ¡Pobres reclutas!...

A los dos, un abrazo.