LAS FIESTAS DE SEPTIEMBRE
Estas fiestas de la Virgen de Gracia tienen para la inmensa mayoría de los hijos de Puertollano, un deleitoso gusto fraternal de fiestas íntimas; de intimidad de Hogar.
Los cumpleaños de la madre, las fiestas de la Nochebuena, la festividad de Todos los Santos..., todas esas fechas tan queridas que tienen un raro y hermoso influjo sobre el espíritu, que nos arrastran a congregarnos alrededor del padre, recto y cariñoso con sus hombros arqueados por el peso de los hilos de plata de su cabeza, o sentarnos al lado de la madre, y rezar el Rosario con ella igual que antes de marcharnos de la casa paterna a cumplir nuestras diferentes misiones a rincones lejanos.
Ved el gran comedor de la casa solariega: allá el padre habla con gravedad a los hijos mayores de las faenas del campo, de la marcha de la política. Mas acá los hijos más jóvenes hablan y rien en voz queda... Los nietos juegan con sus últimos juguetes, peleando con el sueño que les embarga, parte por la hora avanzada de la noche, parte por la digestión dedesacostumbradas golosinas... La madre sentada a la mesa del hogar, donde arden añosos castaños y nogales, tiene sobre sus brazos amorosos al primer bisnieto.
Así, exactamente igual, se nos presenta a nosotros todos los años las fiestas de Nuestra Señora la Virgen de Gracia, patrona de Puertollano. La ciudad parece un inmenso y cristiano hogar. Los hijos han venido, como todos los años de los mas apartados y variados lugares de España. Vienen impelidos por la hermosa ilusión de postrarse ante la madre; vienen en alas de un cristiano deber, mas fuerte que su voluntad aún, a saludar a la madre, a reiterarle el testimonio imperecedero de su fe y de su pleitesía.
Vienen a rememorar gratos recuerdos de su infancia y de su mocedad. Vienen a decirle como sus ilusiones, esas ilusiones de las que solo sabe la Virgen y el Hijo, se van cumpliendo gracias al maternal favor de la Virgen de Gracia.
Estas fiestas de la Virgen de Gracia tienen un arraigado e íntimo sabor hogareño. Las gentes se saludan sonrientes, se abrazan alborozadas y antes de preguntarse ninguna otra cosa, los dos viejos camaradas que corrieron tras el tambor de la Virgen, que jugaron en la glorieta de la ermita...
- ¿Te acuerdas?
- ¿Como no?. Fué un día de la Virgen cuando a escondidas nos fumamos el primer cigarro... Fué un día de la Virgen cuando nervioso y trémulo me acerqué a la que hoy es la santa compañera de mi hogar.
Y así, desgranando el rosario de nuestras fechas más faustas y queridas, nos encontramos siempre con el recuerdo de la Virgen de Gracia, como testigo, norte y guía de los actos más inolvidables de la vida.
Por eso, en las fiestas externas y paganas de estos dias, en el alborozo y bullicio de las mismas, nuestro espíritu se niega, por imperativo cristiano a dar paso a todo lo que a la Virgen de Gracia pueda ofender o molestar. Parece que nos encontramos en el gran comedor de la casda solariega divirtiendonos en la paz del hogar bajo la mirada amorosa y vigilante de nuestra madre
BLAS ADÁNEZ JURADO "ANEZDA"
Estas fiestas de la Virgen de Gracia tienen para la inmensa mayoría de los hijos de Puertollano, un deleitoso gusto fraternal de fiestas íntimas; de intimidad de Hogar.
Los cumpleaños de la madre, las fiestas de la Nochebuena, la festividad de Todos los Santos..., todas esas fechas tan queridas que tienen un raro y hermoso influjo sobre el espíritu, que nos arrastran a congregarnos alrededor del padre, recto y cariñoso con sus hombros arqueados por el peso de los hilos de plata de su cabeza, o sentarnos al lado de la madre, y rezar el Rosario con ella igual que antes de marcharnos de la casa paterna a cumplir nuestras diferentes misiones a rincones lejanos.
Ved el gran comedor de la casa solariega: allá el padre habla con gravedad a los hijos mayores de las faenas del campo, de la marcha de la política. Mas acá los hijos más jóvenes hablan y rien en voz queda... Los nietos juegan con sus últimos juguetes, peleando con el sueño que les embarga, parte por la hora avanzada de la noche, parte por la digestión dedesacostumbradas golosinas... La madre sentada a la mesa del hogar, donde arden añosos castaños y nogales, tiene sobre sus brazos amorosos al primer bisnieto.
Así, exactamente igual, se nos presenta a nosotros todos los años las fiestas de Nuestra Señora la Virgen de Gracia, patrona de Puertollano. La ciudad parece un inmenso y cristiano hogar. Los hijos han venido, como todos los años de los mas apartados y variados lugares de España. Vienen impelidos por la hermosa ilusión de postrarse ante la madre; vienen en alas de un cristiano deber, mas fuerte que su voluntad aún, a saludar a la madre, a reiterarle el testimonio imperecedero de su fe y de su pleitesía.
Vienen a rememorar gratos recuerdos de su infancia y de su mocedad. Vienen a decirle como sus ilusiones, esas ilusiones de las que solo sabe la Virgen y el Hijo, se van cumpliendo gracias al maternal favor de la Virgen de Gracia.
Estas fiestas de la Virgen de Gracia tienen un arraigado e íntimo sabor hogareño. Las gentes se saludan sonrientes, se abrazan alborozadas y antes de preguntarse ninguna otra cosa, los dos viejos camaradas que corrieron tras el tambor de la Virgen, que jugaron en la glorieta de la ermita...
- ¿Te acuerdas?
- ¿Como no?. Fué un día de la Virgen cuando a escondidas nos fumamos el primer cigarro... Fué un día de la Virgen cuando nervioso y trémulo me acerqué a la que hoy es la santa compañera de mi hogar.
Y así, desgranando el rosario de nuestras fechas más faustas y queridas, nos encontramos siempre con el recuerdo de la Virgen de Gracia, como testigo, norte y guía de los actos más inolvidables de la vida.
Por eso, en las fiestas externas y paganas de estos dias, en el alborozo y bullicio de las mismas, nuestro espíritu se niega, por imperativo cristiano a dar paso a todo lo que a la Virgen de Gracia pueda ofender o molestar. Parece que nos encontramos en el gran comedor de la casda solariega divirtiendonos en la paz del hogar bajo la mirada amorosa y vigilante de nuestra madre
BLAS ADÁNEZ JURADO "ANEZDA"