Gracias MARÍA. Eres una de esas
amigas, sin rostro. Esas que están detras de un ordenador y que a veces, son más conocidas que aquellas a las que llevamos viendo toda una vida. Más leales y más sincera.
Esos burrillos eran los quenos llevaban, de
romería, cuando las piernas podían estar todo el día encima de una aparejo.
Un abrazo