DESDE LA BARANDILLA DE LA FUENTE AGRIA
Vuelve el estío y con él, en los atardeceres puertollanenses, la animación inusitada a sus jardines y paseos de San gregorio. Una alegre grey infantil invade la coquetona glorieta de Emilio porras, bajo la vigilante mirada de mamás y niñeras; los bancos de los paseos se pueblan de " peñas " de amigos que charlan acariciados por el frescor de las plantas recién regadas y por el aroma de sus flores. Los amplios paseos se pueblan, asimismo, de alegres grupos de jóvenes que pasean por todas partes menos por encima de los paseos centrales que están bellamente embaldosados, no parece sino que se empeñan en demostrar a nuestro Alcalde lo innecesario de que se aceren ni se pavimenten las calles de la ciudad. Y aqui, la Fuente Agria, esta fuente que dio y sigue dando fama a Puertollano, porque sus aguas son recordadas siempre con dulce nostalgia de propios y extraños que tuvieron la dicha de beberla, y apoyados en su octangular barandilla de hierro muchas gentes que distraen su vista y su ocio contemplando las gentes que pugnan por llenar sus vasijas del agradable y medicinal líquido
Blas Adánez Jurado
Vuelve el estío y con él, en los atardeceres puertollanenses, la animación inusitada a sus jardines y paseos de San gregorio. Una alegre grey infantil invade la coquetona glorieta de Emilio porras, bajo la vigilante mirada de mamás y niñeras; los bancos de los paseos se pueblan de " peñas " de amigos que charlan acariciados por el frescor de las plantas recién regadas y por el aroma de sus flores. Los amplios paseos se pueblan, asimismo, de alegres grupos de jóvenes que pasean por todas partes menos por encima de los paseos centrales que están bellamente embaldosados, no parece sino que se empeñan en demostrar a nuestro Alcalde lo innecesario de que se aceren ni se pavimenten las calles de la ciudad. Y aqui, la Fuente Agria, esta fuente que dio y sigue dando fama a Puertollano, porque sus aguas son recordadas siempre con dulce nostalgia de propios y extraños que tuvieron la dicha de beberla, y apoyados en su octangular barandilla de hierro muchas gentes que distraen su vista y su ocio contemplando las gentes que pugnan por llenar sus vasijas del agradable y medicinal líquido
Blas Adánez Jurado