Cuando llegué a
Corral de Calatrava, no me lo podía creer. Me lo quería sorber
todo, a golpes de respiración.
Había deseado tanto ese momento ¡y ahora! estaba allí, puse alerta a todos mis sentidos para no perderme las sensaciones que desprendía mi añorado
pueblo.
Que
color, que olor, toqué el aire con mis manos y volví a respirar profundamente.
Caminé lentamente para ver aquellos
paisajes que tantas veces había recordado.
Mis pasos se aceleraban cada vez más, estaba impaciente por llegar
... (ver texto completo)