Pero su actividad no se ceñía a las paredes del convento. Se destacó en el ministerio de la reconciliación. Confesor incansable, lúcido y experimentado director de espíritus, nuestro fraile realizó una eficaz labor con seglares y religiosas.
Su caridad con los enfermos, especialmente con aquellos más necesitados, no tenía límites.
En la predicación, era sencillo, pero con palabras ardientes. A la fuerza irresistible de su ejemplo, añadía un ingenio agudo para convencer y convertir.
Tuvo que sufrir la envidia de la gente importante. Algunos pensaban, y hasta se lo dijeron, que, en su vida, había más soberbia que virtudes. Nicolás, sin inmutarse y reconociendo que era un gran pecador, acababa siempre por trocar la envidia en admiración.
No escribió mucho. De él se conservan alguna pequeña obra espiritual y pocas cartas. Son sencillas y no se puede decir que formen un cuerpo completo de doctrina teológica. Pero, a través de ellas, se puede conocer la gran profundidad de su espíritu.
Su caridad con los enfermos, especialmente con aquellos más necesitados, no tenía límites.
En la predicación, era sencillo, pero con palabras ardientes. A la fuerza irresistible de su ejemplo, añadía un ingenio agudo para convencer y convertir.
Tuvo que sufrir la envidia de la gente importante. Algunos pensaban, y hasta se lo dijeron, que, en su vida, había más soberbia que virtudes. Nicolás, sin inmutarse y reconociendo que era un gran pecador, acababa siempre por trocar la envidia en admiración.
No escribió mucho. De él se conservan alguna pequeña obra espiritual y pocas cartas. Son sencillas y no se puede decir que formen un cuerpo completo de doctrina teológica. Pero, a través de ellas, se puede conocer la gran profundidad de su espíritu.