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ALDEA DEL REY: Estimado colega del infierno, no me ha conmovido tanto...

Estimado colega del infierno, no me ha conmovido tanto su ausencia de fe como la viudez de su madre, el desamparo de usted y sus hermanitos y la mención de esa máquina de coser, única válvula de escape a la miseria.
Verá, tengo en mi haber una serie de pruebas, como si dijésemos, de la existencia de Dios, que quisiera someter a su consideración. Se fundamentan en la historia, las matemáticas y la relación de estas dos disciplinas con la Biblia. Algunos de estos conocimientos están muy en boga merced a algunos best-sellers del momento, pero otros pueden sentar una auténtica revolución.
Verá usted: en mis tiempos mozos tenía un amigo cuyo padre estudió Teología en el sur de Francia (no voy a decir su nombre porque me pillarían). Eran tiempos en los que los estudios teológicos pasaban por las manos de la Iglesia Católica, y por tanto en los mismos se hacía más hincapié en el catecismo que en las Sagradas Escrituras. Este hombre pertenecía a una humilde familia burgalesa, y durante sus vacaciones estivales vendía libros a domicilio al objeto de allegar fondos para poder vivir en Francia durante el curso académico. Acabó los estudios, y su pasión por la Biblia y la historia le permitió hacer una serie de revelaciones que ya las quisiera Dan Brown para sí, alguna de las cuales quiero yo compartir con ustedes. En España trabajaba como comercial de máquinas de escribir y sus ratos de asueto los dedicaba a sus investigaciones bíblicas.
Con su hijo me unía una gran amistad. Era un muchacho de un talento insultante. Me inculcó su amor por Dios y por la Biblia, y me participó muchos de los descubrimientos de su padre. Yo amaba a Dios, y mi amigo me causó la felicidad de comprender que Dios existe. Se fue a vivir a Escocia, y desde hace mucho tiempo no sé de él; un día borré por accidente su correo electrónico y no tengo ya medio de contactar con él.
En definitiva, voy a empezar una serie de artículos explicando estos conocimientos. No sé el tiempo que me va a llevar y espero, colega, que le resulten cuando menos curioso lo que tengo que decir.
El jardinero de las nubes.
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