Dos son los poderes que pueden hacer tambalear el mundo en sus cimientos: la ecología y la economía. Sus diferencias van más allá de dos simples letras. Si vence la economía, malo para la ecología; si vence la ecología, bueno para la economía.
Hoy día no hay mayor actividad económica que la que se fundamenta en la obtención, transporte y distribución de energía. El tejido de nuestra sociedad depende del consumo de energía procedente de restos fósiles, y por ello las petroleras son las compañías que auténticamente parten el bacalao en la economía mundial. Ellas tienen poder para hundir y levantar gobiernos, provocar guerras, controlar los medios de comunicación, entorpecer el progreso de la ciencia, cargarse el medioambiente... Por culpa ellas se arrojan diariamente toneladas de gases invernadero a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. Encima tienen la desfachatez de decir que no pasa nada, poniendo en solfa las actuaciones encaminadas a preservar la Naturaleza.
Entretanto, la Naturaleza responde con un poder inimaginable, acabando de un plumazo con los intereses económicos: tormentas inesperadas, trastocamiento de las estaciones, inundaciones, sequías, huracanes, incendios, contaminaciones, hambrunas... De verdad, nos interesa no indisponernos con la Naturaleza.
Pensad si no, cómo la economía ha acabado venciendo a la ecología en el asunto del aeropuerto de Ciudad Real. En Aldea os han endulzado los oídos cuatro mesías de pacotilla, que os han asegurado que os van a sacar a todos del paro, a despecho de la contaminación acústica y ambiental. Si no, ya veréis. ¿Os habéis creído que les interesan lo más mínimo vuestros problemas o los del medio ambiente, diga lo que diga Europa? Id a preguntárselo a sus clubes de campo, frente a un Martini con su acetunita y su cañita con paragüitas y todo.
En los tiempos que corren, más oportunidades de empleo conseguiréis protegiendo el medio ambiente que destruyéndolo o colaborando a su destrucción. Debéis pensar que aquí sí que hay un verdadero yacimiento de empleo.
El jardinero de las nubes.
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