Cucayo,
en el sabor de un agridulce
cansancio de una vida casi rota,
oigo tu voz con vértigos de altura.
Tierra de centenarios osos pardos
y hambrientos roquedales, la nobleza
cosida en el andar de carreteros
al trote de almadreñas, y una simple
canción de mil recuerdos ya lejanos
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