Se trata de harina de maíz amasada con especias , cebolla y sangre que se cuecen en el mismo
agua donde se han cocinado las morcillas el dia de la
matanza.
En su interior llevan un trozo de grasa (alma o coscorón) y se toman a modo de
postre, con leche fria (recién
cocidos o fritos en rodajas) con leche fria.
Tradicionalmente se reparten entre vecinos y familiares, cosa que los niños hacen con gusto porque siempre se les aporta una pequeña propina por los presentes.