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BARCELONA: PARQUE DE ATRACCIONES DE MONTJUÏC...

PARQUE DE ATRACCIONES DE MONTJUÏC
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El parque de atracciones de Montjuïc se inauguró en 1966 y se mantuvo en funcionamiento hasta el verano de 1998. El responsable de recuperar estos terrenos olvidados de Montjuïc fue el empresario venezolano Jose Antonio Borges Villegas, que negoció una licencia de explotación de treinta años. Eran los tiempos de la Nova Cançó denunciando las injusticias del Franquismo a golpe de guitarra, la Sexta Flota despilfarrando dólares y los guiris tomando el sol en la playa. El dinero era necesario y el proyecto de Villegas se recibió con los brazos abiertos. Antes de su llegada, el mismo terreno había albergado un polvorín militar y otro parque de atracciones, el Maricel Park. Nació de la mano de la Exposición Universal de 1929 y fue muy popular durante la II República, hasta que estalló la Guerra Civil.
Las puertas se abrieron el 18 de junio de 1966, con 41 atracciones para uso y disfrute de los asistentes. Las más recordadas son el Tren Fantasma, el Zeppeling o el Loco Ratón. Sus años gloriosos fueron los setenta y ochenta. Cuando los hogares de Barcelona apagaban sus luces, las de la Noriavisión deslumbraban el skyline barcelonés. El parque de atracciones de Montjuïc se renovó con El Ciclón, El Pulpo y el Twister. Gracias a este éxito se reformó el funicular de Montjuïc para facilitar el acceso de locales y turistas.
En 1992 se inauguraba la Boomerang, la montaña rusa más grande de España. Sin embargo, los Juegos Olímpicos eclipsaron al parque. No por la grandiosidad del evento, sino porque las obras del Anillo Olímpico habían dificultado el acceso al parque. Además, había más interés en mantener el histórico Tibidabo que aquel proyecto extranjero. Para rematar, en 1995 despertaba el colosal Port Aventura. El parque de atracciones de Montjuïc agonizó hasta que expiró la licencia. Los jardines de Joan Brossa, parque público inaugurado en 2003, guardan su historia. No porque hayan mantenido la estatua de El Pallaso o el Bar Fanta (que también), sino porque aún hay restos de las instalaciones que un día alegraron las tardes de tantas familias.