el calado en santa catalina y la guancha, SANTA CATALINA

EL CALADO (I)

Quiero permitirme la oportunidad de escribir algo sobre el calado. Mi conocimiento de los calados al empezar este trabajo y a pesar de que es un tipo de labor muy común en nuestra tierra, se reducía a haberlos admirado en las ferias de artesanía y en tiendas especializadas, así que recurro al diccionario y a enciclopedias con el fin de iniciarme en el tema.

El diccionario de la Lengua Española dice: Labor que se hace con aguja en alguna tela o tejido, sacando o juntando hilos, con que se imita la randa o encaje.

La enciclopedia no se extiende mucho más en la explicación del calado pero puede verse la foto de un pañuelo calado a principios del siglo XX, que se encuentra en el Museo de Artes Decorativas de París y además una foto de una caladora de La Orotava con su labor montada en el bastidor, lo que nos da una idea de la importancia de los calados canarios.

A pesar de que mi objetivo no era penetrar en los aspectos técnicos de los calados, no pude resistir la tentación de tratar de conocer datos sobre los mismos. La mayor parte de mi conocimiento proviene de las propias caladoras que visito, quienes me informan de forma amable, desinteresada y entusiasta.

Aunque los calados son labores tradicionales en Canarias, no se sabe exactamente cuál ha sido su origen ni su antigüedad. Nuestras caladoras me decían que sus madres y sus abuelas calaban y una de ellas había leído que esta labor procede de Venecia o de Portugal. Los calados fueron muy apreciados a finales del siglo XIX y principios del XX para su exportación a Europa, sobre todo a Inglaterra.

En esta labor no se utiliza el dibujo sobre la tela. La base del trabajo se realiza contando y sacando hilos. En la Península existen bordados que utilizan técnicas de deshilados parecidos a los que se realizan en Canarias, como son los segovianos (sacando hilos en una sola dirección) y lagarteranos (en dos direcciones al igual que los canarios). ‘También son conocidos los calados sencillos de Huelva que se realizan también en otros lugares de Andalucía y adornan el traje típico de la mujer.

Los calados se pueden hacer sobre cualquier tela pero la más utilizada, y también la más apreciada es la de lino. Se utilizan para decorar elementos de vestir (blusas, enaguas, faldones, pañoletas, pañales, etc.) y ropa de uso cotidiano: sábanas, manteles, servilletas, tapetes, cubre bandejas, pañuelos e incluso toallas. En la primera mitad del siglo XX eran utilizados por la población canaria en la ropa que usaban a diario, pero en la actualidad su uso se limita a la decoración, al traje típico y su comercio se orienta al turismo.

Los calados se realizan casi exclusivamente en talleres que pretenden mantener una tradición que estaba a punto de desaparecer a pesar de que era una labor extendida en la mayoría de las casas, bien para el uso personal o para ganar algún dinero extra calando para otras personas.

Para la realización de un calado no se necesitan herramientas sofisticadas. Además de una tela, hilo, tijeras y aguja, es necesario contar con un bastidor el que colocar la tela bien tensa formando una superficie plana no deformable. Las manos de la caladora. que apenas rozan la tela se sitúan una por encima y la otra por debajo de la misma. El bastidor debe estar apoyado de forma estable con el fin de que la caladora no se vea obligada a sujetar en ningún momento la tela.

Para cada calado se deben realizar unos pasos determinados conocidos por las caladoras, pero que resultan muy difíciles de reproducir si no se conoce la técnica. Es un proceso metódico y laborioso. La caladora experta puede reproducir cada paso a seguir estudiando un calado ya terminado, pero no es fácil saber cuál es el orden en el que se han realizado los diferentes nudos si se es novato en esta técnica.

Para realizar un calado se sigue un proceso que pasa por las siguientes fases:

-En primer lugar se hace el marcado de la tela. Contando hilos o midiendo con un cartoncillo se hace un cuadriculado sobre la franja de tela que se quiere calar Este cuadriculado se realiza sacando una hebra cada cierto número de hilos en uno y otro sentido.

-Con aguja e hilo se empieza la labor haciendo la vainica o randa. Ésta puede ser sencilla o doble. No es sólo un adorno sino que cumple la función de sujetar las hebras que se han de cortar a fin de que no se produzcan deshilachados que destrocen la labor.

-A continuación se sacan las hebras que sean necesarias según el tipo de calado que vamos a realiza. Es un proceso que exige mucha precisión y concentración. Una vez se ha cortado una hebra inadecuada es difícil disimular el fallo. No obstante, la caladora experta es capaz de colocar otra hebra en su lugar sin que se note en la labor terminada.

-La tela está preparada para ser colocada en el bastidor o tambor. Se sujeta bien mediante hilos cruzados a la tela que rebordea los laterales. Debe quedar bien tensa para facilitar la labor y la perfección en el calado.

-Es ahora cuando empieza el calado propiamente dicho. El hilo se hace pasar arriba y abajo por entre las hebras de la tela y mediante determinados movimientos se consigue que se vaya anudando adecuadamente. El tamaño del hilo depende del sistema que utilice la caladora. En unos casos éste se calcula a fin de que con una sala hebra se pueda realizar toda la pasada y se remacha sobre la tela al final de la misma. En otros el tamaño del hilo es siempre el mismo (se mide tomando la punta en una mano y haciendo que el hilo rodee el brazo alrededor del codo y vuelva de nuevo a la mano) ya que se utiliza la técnica de anudado de una hebra, que se ha terminado, con la siguiente. El nudo queda muy fuerte y se disimula. por el revés de la labor.

-Si la labor es pequeña de forma que cabe totalmente en el bastidor, se puede terminar una de las pasadas comp1etamente, antes de realizar la siguiente fase. Si la labor es muy grande, se puede ver el proceso del calado por los hilos que se van dejando sueltos al final del calado correspondiente a esa parte.

-Muchos de los calados se realizan en el filo de la tela imitando un encaje. Ello exige que a todo lo largo del mismo se borde un festón con la técnica adecuada, a fin de poder recortar la tela que sobresale del calado sin que se produzcan deshilachados.

-Una vez terminado el calado y antes de quitar la labor del bastidor, se procede a mojar la tela y a su secado posterior. Con este procedimiento se consigue que la labor quede igual que si se hubiese almidonado pero sin necesidad de usar este producto, técnica que alarga la duración de la blancura de la labor, pues se sabe que con el paso del tiempo el almidón produce un amarillamiento en la tela, aún en el caso de que no esté recibiendo polvo o roces que la ensucien.

-Por último, se saca la labor del bastidor y se recorta la tela. al borde del festón.

La caladora experta siempre cruza los hilos de la misma forma y siguiendo un metódico proceso, así en la labor acabada resultará difícil distinguir el revés del derecho.

Es evidente que no hemos pretendido en este capítulo enseñar a calar. Tampoco nosotros sabemos hacerlo. Nuestra intención es simplemente la de transmitir la idea de que el trabajo de nuestras caladoras es enormemente laborioso en su realización que exige, además, un proceso de aprendizaje más o menos largo dependiendo del interés y la dedicación que se tenga y una práctica que sólo se consigue con la constancia.

Quien se limita a comprar el producto final puede apreciar la belleza y la pulcritud de la labor terminada, pero debe saber también que detrás ha habido largas horas dedicadas al aprendizaje y a su realización.

En el siguiente artículo continuaré desgranando más detalles sobre esta hermosa artesanía tan vinculada a La Guancha.

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(2010)