Mural en la pared de la iglesia y ex- convento de Santo Domingo de Guzmán, SAN CRISTOBAL DE LA LAGUNA

El corsario AMARO PARGO; La leyenda (II). UN ELEGIDO-En una ocasión, cuando Amaro Pargo regresaba de combatir contra los piratas, para eliminar su presencia en la ruta de las Américas se salvo gracias a la intervención de Sor María de Jesús (monja de su devoción de la cual portaba dicha reliquia), tirando una parte del brazo del cilicio que forma una cruz (objeto de cuero u otro material que se usaba para la penitencia) al mar para que se calmara, la tempestad. sin naufragar. sucedió lo siguiente; la sacudida de una ola derribo al corsario sobre la cubierta, y por un instante tuvo la sensación de precipitarse a las profundidades. La borrasca se desencadenaba por encima de su cabeza, y, a veces, lanzaba al chocar contra el aparejo un largo aullido que le hizo temblar de pies a cabeza. El mar lo perseguía despiadado, haciéndole pegar enormes saltos y el oleaje barría la cubierta de punta a punta. Acto seguido, intento mantener el rumbo y se encaramo al aparejo, luego trepo hasta la gavia sin temor a las espantosas sacudidas, interrogo al horizonte por el suroeste con una mano encima de los ojos, y jadeante con el rostro surcado por el sudor, arrojo al mar el cilicio que portaba encima adherido a su cuerpo, tomo de nuevo posesión del timón, luego se hizo un intervalo y contemplo en el silencio de las aguas un relámpago que ilumino por un instante la lontananza. De esta manera puso a salvo las vidas de quienes navegaban con el.
(12 de Julio de 2019)