VIEGO: Este "LOBI" que os cuento tambien era rey de la manada...

Este "LOBI" que os cuento tambien era rey de la manada -
Gracias Pesro por es bonita fotografia.
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LOBI
Acabo de recibir de un amigo y paisano que vive en Mieres (Asturias) un borrador para un libro, tan sencillo como extraordinario.
Casi sólo habiamos cruzado tres cartas y fue el contacto de nuestra amistad por una revista del occidente de Asturias.
Hubo un artículo en dicha revista de Benito Ocón (que así se llama mi amigo) y que sin ser escritor, en su refugio de los Picos de Europa, escribió un pequeño relato que me llenó de los verdes de mis montañas, de nieves y helechos.
Busqué la dirección, y quise hacer al amigo, ya que al amigo hay que hacerlo, no buscarlo, que es distinto.
En la segunda carta me dijo: si era gustoso de leer un borrador que tenía de sus recuerdos, de sus contactos con la montaña.
Y así fue como me llegaron un montón de folios fotocopiados y bien grapados y con un título que a primera vista es peculiar “Lobi”.
¿Qué quién es Lobi? Era un gran lobo que habitaba con su manada en “El monte de San Isidro “donde esta hoy la estación de invierno y que dista de Mieres unos cincuenta kilómetros.
He encontrado durísimo el borrador enviado, mas no me ha quedado ningún pesar, ya que este caso ocurrido le pasó por su afición a la nieve y a la caza.
Le gustaba mucho esquiar y que siempre que podía subía a su refugio con la familia.
Parte de la historia es que en una ocasión les había sorprendido allí una gran nevada a unas doscientas personas y tuvieron que estar varios días incomunicados y sin alimentos y se tuvieron que comer hasta los desperdicios de las viandas que habían llevado a la excursión días antes.
Otra de las historias fue de un rayo, relato escalofriante, cuando te sorprende la tormenta a dos mil metros de altura en la montaña. Pero la más larga y la más hermosa es la que cuenta de Lobi.
Cuenta que un día que iba de caza por la sierra y que había gran nevada, entre los arbustos se encontró un hermoso lobo que estaba atrapado en un cepo.
El que desde niño odiaba a los lobos por las fechorías que les habían hecho comiéndoles y destrozándoles el ganado, o por aquellas historias de las aldeas sobre los lobos y que tanto miedo la habían causado en su infancia.

Y ahora que llevaba escopeta y que le tenía delante y pillado, no tuvo valor para matarlo
Cuenta el bueno de Benito, que subía dos veces desde Mieres del Camino para curarlo y llevarle algo caliente, y eso que hay muchos kilómetros.
Poco a poco se fue ganando la confianza, poco a poco le fue alimentando, estaba muy débil sabe Dios los días que llevaría allí herido.
Logró sacarle del cepo y cuando pudo le entablilló una pata con un palo.
Desde luego el lobo no quedó bien nunca, Lobi ya fue siempre un poco cojo.
El animal le tomó gran afecto, algunas veces mientras le curaba le lamía las manos, para mi amigo creo que fue una gran sorpresa, algo que nunca se imaginó en su vida de montañero.
Un día el animal desapareció (bueno, no del todo) se había puesto mejor y, lo correcto, se fue con los suyos.
Cuenta como de pasada, que muchas veces se ponía sobre otra montaña y estaba largo rato mirando para su refugio, alguna vez hizo la intención de ir hacia él, mas el lobo desaparecía
Ya habían pasado unos años y una tarde que mi nuevo amigo esquiaba con toda la familia como siempre en La Montaña de San Isidro, su esposa se adelantó hacía el refugio y él con sus hijos siguió un rato más.
Parece ser que la nieve estaba bastante helada y tuvo la mala suerte de caer en una quebrada, y fracturarse una pierna
La situación se puso grave. La noche llegaba y los chicos que no eran muy mayores no le podían ayudar. El decidió mandarles a pedir auxilio.
Benito, como pudo, fue a una cabaña que conocía, pero se la había encontrado sin tejado. Las nevadas en Asturias hace años eran grandísimas, muchas veces de cuatro y cinco metros de altura, El tan conocedor de la montaña, dice en uno de los folios que son ciclos de catorce años.
En la cabaña se acurrucó sobre una de las paredes, metió el pie roto en la mochila y se dispuso a esperar el socorro.
La noche se hizo pronto, y con una luna llena que con tanta nieve daba una gran claridad, no podemos decir como el dicho vulgar dice que hace “una noche de lobos”mas en este caso si lo fue, Empezaron a llegar ante el terror del esquiador herido, empezaron a aullar ferozmente y hasta lograron saltar por aquel refugio que no tenía techo.
Benito tuvo que defenderse fieramente (nunca mejor dicho) con los esquís, apoyándose en la pared y en el pie bueno y así logro deshacerse de alguno, haciéndole grandes heridas, el suelo ya parecía un matadero en aquella noche de aquelarre.
Pero los lobos seguían llegando, posiblemente al olor de la sangre.

Uno de los grandes lobos que saltó, lo creyó reconocer, pues cojeaba y además en los ojos tenía una luminosidad indescriptible, no había duda ¡Reconoció a Lobi!
Le llamó ¡Lobi! Y la reacción del animal también fue indescriptible en vez de atacarle a él, atacó ferozmente la manada, poniéndolos a todos con las patas para arriba y que aparte de salvar la vida de mi amigo, creo que se hizo para siempre el rey de la manada.
Lobi le lamía la pierna herida.
No lo dice Benito, pero yo pienso que llorarían los dos, ¡estoy seguro ahora que los lobos también lloran! Mas después de conocer esta historia, y otra que cuenta al final en dos palabras.
Dice que no ha vuelto más a ir de caza, porque una vez vió llorar a un corzo herido.
Se empezaron a oír las voces de los familiares y vecinos en todo el contorno, a mi amigo le querían todos pues el siempre estaba dispuesto cuando lo necesitaban.
Lobi y la manada saltaron la muralla, me figuro que irían a esconderse por los Montes de San Isidro.
Alguna caricia algún beso se perdió aquella noche en aquél refugio perdido,
Benito se hizo un poco más popular, lo contaron mucho tiempo por los pueblos y las aldeas vecinas, no lo contaban como leyenda, sino como un caso verdadero, mi amigo estoy seguro que le quitaría importancia y es que mi paisano ¡Es tan sencillo!
Le he escrito estos días diciendo lo maravilloso que ha sido el borrador, haré lo posible
para buscarle un buen guionista y le he pedido por favor que me cuente alguna historia más para que yo después pueda trasmitírsela a mis amigos.
No sería malo que me contase aquella del corzo que lloraba …
¡Lobi, muchas veces se ponía en otra montaña y estaba largo rato mirando para su refugio ¡

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