TURON: Con el pasar de los días, Juan se sorprendió pensando...

Con el pasar de los días, Juan se sorprendió pensando una y otra vez en la
Tierra de la que había venido. Si hubiese sabido allí una décima, una
centésima parte de lo que ahora sabía, ¡cuanto más significado habría tenido
entonces la vida! Quedóse allí en la arena y empezó a preguntarse si habría
una gaviota allá abajo que estuviese esforzándose por romper sus
limitaciones, por entender el significado del vuelo más allá de una manera de
trasladarse para conseguir algunas migajas caídas de un bote. Quizás hasta
hubiera un Exiliado por haber dicho la verdad ante la Bandada. Y mientras
más practicaba Juan sus lecciones de bondad, y mientras más trabajaba para
conocer la naturaleza del amor, más deseaba volver a la Tierra. Porque, a
pesar de su pasado solitario, Juan Gaviota había nacido para ser instructor, y
su manera de demostrar el amor era compartir algo de la verdad que había
visto, con alguna gaviota que estuviese pidiendo sólo una oportunidad de ver
la verdad por sí misma.
Rafael, adepto ahora a los vuelos a la velocidad del pensamiento y a ayudar
a que los otros aprendieran, dudaba.
-Juan, fuiste Exiliado una vez. ¿Por qué piensas ahora que alguna gaviota de
tu pasado va a escucharte ahora? Ya sabes el refrán, y es verdad: Gaviota
que ve lejos, vuela alto. Esas gaviotas de donde has venido se lo pasan en
tierra, graznando y luchando entre ellas. Están a mil kilómetros del cielo. ¡Y
tú dices que quieres mostrarles el cielo desde donde están paradas! ¡Juan, ni
siquiera pueden ver los extremos de sus propias alas! Quédate aquí. Ayuda a
las gaviotas novicias de aquí, que están bastante avanzadas como para
comprender lo que tienes que decirles.
Se quedó callado un momento, y luego dijo:
- ¿Qué habría pasado si Chiang hubiese vuelto a sus antiguos mundos?
¿Dónde estarías tú ahora?