Tal como le había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó este instante de la existencia de Juan Gaviota. Tenía razón. El era capaz de volar más alto, y ya era hora de irse a casa. Echó una larga y última mirada al cielo, a esa magnífica tierra de plata donde tanto había aprendido.-Estoy listo -dijo al fin. Y Juan Salvador Gaviota se elevó con las dos radiantes gaviotas para desaparecer en un perfecto y oscuro cielo