El resto de la consulta transcurrio como siempre, una madre con hijos que no comian lo que ella necesitaba que comieran y que pensaba que las vitaminas envasadas eran la salvacion de la humanidad, el acomodador del Cine Novedades con la llaga en la ridilla que no terminaba de cicatrizar, un camionero que pensaba que la cirrosis era un estado de animo pasajero, una modista con las solapas del traje llenas de alfileres y que cosia catorce horas diarias y se negaba a operarse de varices, varios catarros sin importancia y, para terminar, un viejo entibador que aseguraba tener un despertador en el cuerpo que le partia la noche por la mitad.
Angela me pidio que visitara a su madre despues de la consulta. En los ultimos meses el proceso degenerativo que padecia se habia acelerado
Cuando llegamos a la casa, la mujer andaba por la casa tropezando con los muebles. Al vernos entrar fue hacia la pared y la golpeaba con la cabeza sin dejar de mover las piernas, como si quisiera atravesaela. Pense, mirando a Angela, quien fue hacia su madre para sujetarla, que debia de ser tragico tener que asumir cada dia la realidad de que un ser querido perdiera la memoria y el control racional del entorno, y tambien pense, mirando a aquellas dos mujeres, que todas las enfermedades eran injustas, pero aquella, llamada Alzheimer, era la mas cruel de todas para aquellos que amaban a la persona afectada. Eso estaba pensando cuando Angela rompio a llorar, pero no lloraba Angela por su madre, quien ya hacia tiempo que habia perdido la razon de la vida, no, mas bien lloraba Angela por ella misma, por lo angustiosa que estaba siendo su soledad, porque su vida habia sido un progresivo distanciamiento de esas cosas buenas que estan al alcance de la mayoria. Me dijo que vivir era ir perdiendo cosas, una a una, hasta perderlas todas, y me parecieron tan amargas sus palabras que la abrace, y la senti muy cerca de mi, y ella se dejo abrazar y se dejo sentir. Me confeso, no se que referencias tengo, no se si tengo alguna, pero, si la tengo, desde luego que no es mi madre sino su enfermedad, esa es mi unica referencia, la enfermedad de mi madre, pero no mi madre, porque mi madre no esta.
Acepte su invitacion a merendar, y me hablo de su cansancio, de su desencanto, del vacio de su casa y de su vida y de como, involuntariamente, habia ido perdiendo los amigos y las referencias con el mundo exterior, y me dijo que era como tener razon pero sin que nadie pudiera dartela.
Yo no necesitaba en aquellos dias conversaciones tristes como aquella, pero no podia librarme de aquella tristeza que Angela queria compartir, por eso le hable de la mia, de mi tristeza, por ver si compartiendolas y enfrentandolas, una tristaza con la otra tristeza, se hacian mas pequeñas, se reducian, y tambien le hable a Angela de mi viaje a Madrid y de las razones que tenia para hacer aquel viaje, y ella me dijo, vete, debes ir, y me senti aliviado porque Angela por fin me estaba tuteando.
Al despedirnos, sus larguisimas manos acariciaron mi cara y me dijo, gracias, y sus dedos eran ojos y me estaban reconociendo, asi era como yo lo sentia, y luego se quedo con los brazos caidos, y me conmovio su figura y desee con todas mi fuerzas que la muerte arañara y atravesara las paredes de aquella casa, que se llevara por fin a la madre de Angela, y me fui alimentando aquel deseo, y mi respiracion entre cortada empezo a hacerseme presente mientras atravesaba el patio, y supe que aquel sintoma no era otra cosa que la asfixia que me estaba provocando tan insolito pensamiento, y le dije a mi pensamiento, parece que no fueras mio, que no fuera yo quien te estuviera pensando.
Sali a la carretera y contemple el valle, debajo de mi, como un gigantesco cuerpo sucio y enfermo, con la vegetacion despeinada, con la piel de los caminos cubierta de polvo negro, y tambien contemple el rio discurriendo entre la calva de la carretera y la interminable dentadura postiza de la via del tren, y observe la ciudad al fondo, como un animal enfermo que se encoge en su guarida resignado a respirar la atmosfera infesta donde vive, tendida a la intemperie esperando una salud mil veces prometida. El crepusculo fue invadiendo las casas, la estacion, el rio, el campo de futbol, la pista y el Puente de la Perra, y todo se fue desdibujando en una bruma invernal, como si lo de unos momentos antes hubiera sido una mentira. Empezo a caer una lluvia fina y la ciudad y el valle enteros quedaron envueltos en una tristeza mortal. Las luces comenzaron a encenderse como una revelacion, asi fue como ante mi se manifestaron. El tren amarillo paso junto a la carretera y el rio, para entrar en la ciudad ya oscura, que le abrio con pereza los brazos. En atardeceres como aquel, brumosos y metidos en lluvia, los espiritus se encogian, la risa se enquistaba en la boca del estomago, el tiempo y el silencio se alargaban, los pensamientos flotaban humedecidos y las palabras propias y tanbien las palabras de los otros se ponian tristes, ofensivamente tristes.
Al abrir la puerta de mi casa, la abuela vino hacia mi limpiandose las manos en el mandil. Tenia los parpados caidos en esceso y la nariz enrojecida. Supe que algo malo habia sucedido. Justo esta ingresado, vino una ambulancia, estaba ahi, con tu padre, y se cayo al suelo con la boca torcida y echando espumarrajos por la boca. Eso fue lo que me dijo la abuela con los ojos llenos de lagrimas. Una vez mas estaba atrapado en medio del dolor, y por eso dije, esto es como una letania, y la abuela me pregunto, el que es como una letania, y le respondi, nada, no importa, y me fui camino del Hospital.
Don Justo estaba desfigurado, palido, consumido por ese miedo que atenaza a quienes de pronto se ven sorprendidos por el dolor. Laura le pasaba las manos por la frente. A la luz de los focos los vi juntos, comprendiendose y necesitandose, sin que fuera precisa ninguna palabra, como si todo se lo hubieran dicho algun dia al comienzo de su relacion. En la mirada estrabica de el habia suplica. Lo vi cansado y envejecido, atrapado en una maraña de cables y tubos de colores. La vi a ella muy delgada, inutil para ofrecer cualquier tipo de resistencia a la bondad beatifica de el, ahogando en su boca cualquier reproche, cualquier intento de rebeldia. Senti amor por los dos, porque estaba tan indefenso como ellos. Asi fue como lo dije, os quiero a los dos, eso dije aun sabiendo lo lejos que estaban aquellas palabras del sentimiento que yo queria expresar. Don Justo no podia oirme, pero Laura hizo un puchero, vino hacia mi y dejo su cabeza sobre mi hombro. Repare en mi padre, quien permanecia silencioso y derrotado contra el cristal de la habitacion. Senti que tambien a el lo queria, pero a el no pude decirle nada, e imagine una mano invisible y suplicante saliendo de el para acariciarme y mendigarme una declaracion de amor como la que les acababa de hacer a Laura y a don Justo.
Alli estabamos los cuatro, cada uno con sus circustancias a cuestas, abocados a interpretarnos y a aceptar el resultado de aquella especie de hermeneutica de los apegos.
Le dije a mi padre, llavate a Laura a tomar un cafe que voy a hablar con los medicos.
Le dije a mi padre, llavate a Laura a tomar un cafe que voy a hablar con los medicos.
Mensaje
Me gusta
No