"En estos tiempos (711) de subyugación, algunos cristianos que defendían con firmeza el mantenimiento de la fe, eran escarnecidos e incluso sacrificados. Y cuando algunos de estos mártires caían, eran recogidos por sus hermanos de credo que, con gran veneración, los transportaban y escondían, sepultándolos en lugares secretos; en ocasiones extremas, se veían obligados a trasladar sus restos a lugares más seguros para evitar profanaciones. Este parece ser el caso de un grupo de frailes benitos que, junto con otros cristianos, se desplazaron a las tierras del Norte de España huyendo de la barbarie sarracena. Como tantos, atravesaron el gran murallón de los montes Erbáseos (Cordillera Cantábrica). Cruzaron profundos desfiladeros y, vadeando ríos y colinas, alcanzaron un punto desde el que se dominaba un valle estrecho, selvático, dotado de espesa vegetación. Era un lugar próximo a los 800 m de altitud, al pie del monte Polio, donde aquella comunidad religiosa decidió fundar un monasterio y la correspondiente iglesia. Portaban consigo un arca con algunas reliquias de los niños mártires Justo y Pastor. La iglesia construida se convertiría en un centro de peregrinación de gran renombre que se prolongaría durante toda la Edad Media".
Del libro: "Informaciones del Turón antiguo" de Manuel Jesús López Glez.
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