POLA DE LAVIANA: Algunos jueves, ponía su puestecillo de bolígrafos,...

Algunos jueves, ponía su puestecillo de bolígrafos, estilográficas y libretas un personaje muy peculiar que se llamaba DONALD PHER (o algo así).
En los laterales de la pequeña mesa atiborrada de material de escritorio tenía colocadas unas fotografías en blanco y negro; en las mismas podímos verle a él mismo, vestido de explorador, con una variedad de animales salvajes: tigres, leones, serpientes pitón, etc...
Muchos niños de la escuela hacíamos corrillo en torno a él, para escuchar sus ofertas y, a veces, comprar, sus maravillosos bolígrafos de mil colores y de escritura interminable.

El salacob en su cabeza, con un gran zafiro rojo y su vestimenta de casaca con hombreras de botón y multitud de bolsillos; para hacer servicios mil, se completaban con un pantalón, marrón también y algo abombado que se unía, por bajo a unas botas de cuero bien bruñido.
Recuerdo que un día, mi padré me compró la oferta de la pluma, los bolígrafos negro, azul, verde y rojo, y el bolígrafo de seis colores (que era el preferido por todos los colegiales) aunque, era prácticamente imposible escribir con él. No me duró mucho, por cierto.
Todo esto ocurría en Laviana, a mediados de los años sesenta del siglo pasado, al lado de el bar de Casa Elvira
, la madre de Cholo.
Se completaba el mercado con las vacas, que en una interminable y variada fila estaban amarradas a las argollas de la pared de piedra de la Calle de Atrás, los caballos, asnos y mulos, cuyos ramales se amarraban en la verja del antiguo juzgado; los cajones con los cerditos, en cuyos lomos ostentaban el sello del ayuntamiento (evidenciando el paso del veterinario y del cobrador de arbitrios municipales). El callejón de las cabras (que estaba, muy cerca de donde actualmente figura una escultura recordatoria) y ovejas, completaban el variado paisaje ganadero.
Muchos tenderetes con productos agrícolas y herramientas variadas de laboreo se mostraban en la plaza, donde estuvo el quiosco de Víctor. Algunos libritos naranjas, del calendario zaragozano, se entremezclaban entre mazos de cebollín, lechuguinos y sobres de simientes variadas.